Mariano Rajoy: «Estoy harto de los dos»

(PD).- Este fin de semana los teléfonos han estado al rojo vivo. Llamadas cruzadas entre todos, esquivando al protagonista, para preparar el plan. Pero Gallardón ya se olía algo. Sabía, tras el nombramiento de Manuel Pizarro como número dos, que lo suyo estaba cocido y que sus esperanzas de ir al Congreso junto a Rajoy estaban más que mermadas. Y su olfato no le falló.

Esperanza Aguirre vivió una jornada de golf con personas próximas a Aznar y fue allí donde dejó caer su intención de postularse para entrar en la lista de Rajoy, si Alberto Ruiz-Gallardón veía cumplir su deseo. La presidenta de la Comunidad de Madrid estaba, dijo, dispuesta a dimitir de su cargo para dejarlo en manos de su segundo, Ignacio González. Sus acompañantes le desaconsejeran este movimiento. Pero el efecto esta ya hecho. El mensaje ya estaba en oídos de Rajoy, según informa ABC.

En Génova, las horas pasaban y, a media tarde y según fuentes autonómicas, el enfado de Rajoy, conocedor del mensaje de Aguirre, iba en aumento. A las seis, el líder popular mandó llamar a los dos responsables madrileños para «cortar por lo sano» y «acabar con las ambiciones de ambos». No obstante, señalan a ABC estas fuentes,

«Rajoy ya había decidido desde hacía tiempo que el alcalde de Madrid no iría en las listas».

LA REUNIÓN

A media tarde, cuando Gallardón se disponía a ir a la ópera junto a su mujer, una llamada a su teléfono desbarató sus planes. Rajoy le convocaba urgentemente a una reunión en Génova. Él se barruntaba la llamada. Lo que no conocía Gallardón es que en esa sala estarían también el secretario general del PP, Ángel Acebes, y la propia Aguirre.

Personas conocedoras de la cita califican la escena como «muy tensa» y de «alto voltaje». Según distintas fuentes, la presidenta de la Comunidad apeló a una «conversación con mi marido hace unas horas» en la que ella le habría trasladado su deseo de abandonar la política regional y dedicarse de nuevo al ámbito nacional, y nada mejor para ello que acompañar a Rajoy en la lista por Madrid.

Gallardón, según ese relato, habría advertido al presidente nacional que se trataba de «una trampa» para acabar con «mi carrera política. Si no entro, me iré a mi casa».

«ME HABÉIS DADO LA LEGISLATURA»

Fuentes consultadas por el diario de Vocento hablan de un tenso cruce de palabras entre los dos responsables madrileños que se saldó con un expeditivo «me habéis dado la legislatura» de Rajoy.

«Estoy harto de los dos, una con su libro y otro, con las presiones. Dedicaos a vuestras responsabilidades».

Pasaban pocos minutos de las siete y media cuando el encuentro se disolvió. El primero en abandonarlo fue Gallardón «muy enfadado, sí», según reconocen en Génova. Antes, exigió que la determinación que acababa con sus expectativas políticas se hiciera pública esa misma noche «porque si no lo contáis vosotros, lo haré yo».

Fue entonces cuando Rajoy emitió una nota pública que anunciaba la noticia.

«DESCARGA EN LA CABEZA EQUIVOCADA»

Ha sido la decisión de Rajoy que más polvareda mediática ha levantado desde que Aznar decidiera que fuera su continuador. Ignacio Camacho, columnista del diario ABC, lo ve así:

«En este falso juicio de Salomón, Rajoy ha entregado el niño a la madre que menos lo merecía porque sólo pretendía que no se lo adjudicase su adversario. Es lo que pasa con la falta de costumbre de tomar decisiones; que cuando es menester un golpe de autoridad se acaba descargando en la cabeza equivocada. Se trata de su decisión, en todo caso, porque se trata de su candidatura y sólo a él corresponde manejarla, pero visto el asunto desde fuera no se puede aceptar como firmeza lo que no ha sido sino un gesto pusilánime».

Concluye Camacho con un decepcionado:

«Al final, y quizá sin quererlo Rajoy, lo que resulta es que al cabo de una legislatura muy difícil, de oposición correosa y no poco heroica, la alineación electoral del PP es casi la misma que salió derrotada hace cuatro años. Unos ex ministros de Aznar, menos Rato y Piqué, más Pizarro. Y con la cabecera de cartel escoltada por un Zaplana expulsado de Valencia por los suyos. Sin Rato, sin Gallardón y con Zaplana: he ahí un mensaje. Acaso no el que de verdad quería Rajoy, pero vaya si hay un mensaje».

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