El nihilismo ético de Zapatero deja a España irreconocible en apenas cuatro años

El nihilismo ético de Zapatero deja a España irreconocible en apenas cuatro años

(PD).-El andamiaje constitucional de España ha quedado desvencijado y su modelo de convivencia política y social seriamente dañado. Durante estos años -y ahora, en la cola de la legislatura emergen los datos objetivos que lo acreditan-, la mediocridad se ha instalado en la forma de hacer política a tal punto que ha devenido en un ejercicio de oportunismo y de ramplonería intelectual y ética.

Así lo escribe en una gran Tercera en ABC su director, José Antonio Zarzalejos, haciendo un balance de una legislatura nefasta que hace agua por todos lados.

En primer lugar, afronta el tema de «la concepción del principio de legalidad como un instrumento al servicio de los intereses gubernamentales ha alcanzado niveles insólitos con la manipulación de los tiempos en la ilegalización del entorno de ETA -llámese ANV, PCTV, o se designe de otro modo-, empleando en el señuelo tanto a la abogacía del Estado como al Ministerio Fiscal».

El colofón a este manipulación de la ley es «el daño causado al sistema por el nihilismo ético gubernamental en este asunto no ha infligido al sistema una lesión orgánica sino funcional, de ahí que muchos sectores sociales no perciban la hondura de la herida causada al patrimonio democrático que atesora el Estado constitucional».

El segundo punto es cómo ha mutado el Estado español hasta llegar a ser irreconocible si se lo compara con el que ZP heredó de Aznar: «el Gobierno ha desnaturalizado el carácter unitario y autonómico del Estado con el estatuto de Cataluña retroalimentando el radicalismo nacionalista allí y en el País Vasco».

Después de estas prácticas gubernamentales el modelo de Estado ha mutado, se ha transformado, sin que los constitucionalistas sean capaces de encuadrarlo en alguna de las varias categorías existentes. Los nacionalistas vascos y catalanes han conseguido, no sólo la asimetría territorial, sino, además, la alteración de los grandes principios dogmáticos de la democracia española: la soberanía residenciada en el pueblo español; la Nación como entidad histórica y política indivisible; la ciudadanía como garantía de igualdad real de todos los españoles, tanto en derechos como en obligaciones; el idioma español como lengua oficial y común y el mantenimiento de determinados valores de integración que sostenían un entendimiento compartido de la ética pública o cívica.

Por último, la crisis económica. El oportunismo y la simulación han llegado también a la economía. Ahora, cuando eclosiona una crisis financiera que ya lo es también económica, «el Gobierno queda connotado como inactivo y «tancredista» porque se ha limitado a administrar la bonanza lograda por el anterior del PP, ha generado más gasto público, no ha abordado ni una sola reforma estructural -ni laboral, ni fiscal, ni financiera, recurriendo a los subsidios- y llega a la cita electoral con destrucción de empleo, una inflación por encima del cuatro por cien y unas previsiones de crecimiento que no permitirán absorber el mal resuelto y peor gestionado problema de la inmigración».

Negar la evidencia del mal trance económico al que nos estamos acercando implica otro insulto a la inteligencia de los ciudadanos y, otra vez, un ejercicio de simulación.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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