El Goya al Mejor Actor pide «disolver esa cosa llamada Conferencia Episcopal»

(PD).- De nuevo la gala de los Goya se ha convertido en un mitin a favor del PSOE, y otra vez pagado por el dinero de todos los españoles. La presidenta y algunos premiados no han dejado pasar la oportunidad de repetir las consignas contra una parte del país que no piensa como el Gobierno socialista. El Goya al Mejor Actor del año, Alberto San Juan, pidió «la disolución de esa cosa llamada Conferencia Episcopal«.

La presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González-Sinde, destacó en la celebración de la gala de los Goya que aunque «se espera que el cine sea un espectáculo de usar y olvidar«, los ingresos de taquilla «no es el único beneficio que el cine genera a la sociedad«, ya que hay otros más importantes.

En un año marcado por la tramitación de la Ley de Cine y el canon digital, la presidenta también hizo una alegato a favor de los derechos de propiedad intelectual que protegen las obras, y que son «tan valiosos para un país como los bienes materiales«.

El intérprete galardonado con el Goya al Mejor Actor, Alberto San Juan, usó el mensaje de recepción para dar un mitin. Pidió «la disolución de esa cosa llamada Conferencia Episcopal«.

Los beneficios del cine «tardan lustros en recogerse y permanecen» en el tiempo, por lo que la presidenta de la Academia defendió la cinematografía española, como una de las «más vivas y potentes» y lamentó el «mensaje apocalíptico» que vaticina el declive del cine.

González-Sinde comenzó su discurso de bienvenida recordando al fallecido Fernando Fernán Gómez, e hizo alusión a uno de sus largometrajes más conocidos, «El viaje a ninguna parte», para referirse a la actual situación del cine español, del que dijo que a veces «parece estar embarcado en un viaje a ninguna parte».

«Hay mañanas en que escuchando la radio o leyendo el periódico uno pensaría que el cine de este país, una industria que genera empleo y riqueza, no es querido por sus ciudadanos y está dejando de formar parte de la sociedad».

Sin embargo, la presidenta de la Academia de Cine aseguró no pensar del mismo modo, y lamentó que muchas de las películas no lleguen a ciudades y pueblos.

«Eso sí que es un viaje a ninguna parte».

«Pero este no es un viaje a ninguna parte, es un viaje que atraviesa una revolución tecnológica» y al que ya se están incorporando prometedores cortometrajistas, brillantes directores noveles, guionistas debutantes, técnicos precisos y actores y actrices que nos harán sonreír o llorar mañana».

En un año marcado por la tramitación de la Ley de Cine y el canon digital, la presidenta también hizo una alegato a favor de los derechos de propiedad intelectual que protegen las obras, y que son «tan valiosos para un país como los bienes materiales».

A pesar de vivir un momento en el que impera «lo rápido y lo puntual», González-Sinde rechazó que el cine sea «un espectáculo de usar y olvidar y que genere resultados instantáneos, tangibles y contabilizables», ya que, además de los ingresos de taquilla no son el único beneficio que el cine genera a una sociedad, sino que es «una máquina de tiempo» que muestra las costumbres, idiomas y valores de un país.

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