Ibarra: «A ver qué pasa si los obispos dicen que hay que estar contra la pederastia»

(PD).- Habían pasado ya unos minutos sin que ningún representante del PSOE azuzara de nuevo el espantajo anticlerical. Y para eso, nadie mejor que Rodríguez Ibarra. El que fuera presidente de Extremadura pide a los obispos que cambien el sermón y que digan que «no es bueno apoyar a partidos que van a la guerra a matar inocentes en base a mentiras; hay que estar contra las guerras, las dictaduras, la pederastia, el abuso de menores… Prueben con ese discurso, a ver qué pasa«.

Este miércoles le tocaba el turno a Ibarra. «¿Por qué no cambian de tema?», se pregunta en las páginas de opinión de El País, en referencia a los obispos.

«Nos pasa a todos y, por eso, resulta poco caritativo echarse sobre las espaldas de los prelados españoles cuando reclaman de los poderes públicos que hagan lo que ellos son incapaces de conseguir con su palabra y su ejemplo. ¿Quién no ha tenido la tentación de buscar culpables fuera de su ámbito de responsabilidad?»

«¿Por qué, entonces, escandalizarse por la actitud de los obispos de la Iglesia verdadera? Cada proclama que hacen pública demandando de los poderes políticos que ajusten sus programas al ideario católico no es más que la manifestación de su fracaso y de la interiorización de que su doctrina es pura charlatanería para aquellos que deberían seguir sus mandatos y recomendaciones. Si los obispos católicos estuvieran convencidos de que su oposición al divorcio es una máxima seguida por su feligresía, no necesitarían exponerse a la crítica política cuando intentan reconducir el voto de quienes son de su parroquia pero no comulgan con sus ideas».

Y recala en la COPE:

«Ya sabemos que la Iglesia verdadera es amiga de la caridad; hasta tal punto es así, que esa virtud teologal lleva aparejado el adjetivo cristiana -de tal forma que cuando se oye decir la palabra caridad, la mente asocia indefectiblemente esa palabra con la de cristiana-, y por eso, hay que ponerse en los zapatos de los obispos católicos para entender su sufrimiento cuando al-gunos predicadores laicos escupen diariamente desde los micrófonos de la Cope insultos, calumnias y groserías que ponen en evidencia el ánimo conciliador y caritativo de la jerarquía eclesiástica».

Concluye Rodríguez Ibarra cargando duramente contra la jerarquía eclesíastica católica:

«Pero todo se puede arreglar si se juega con inteligencia. Los obispos españoles podrían dejar su sermón monotemático y probar a decirle a sus fieles cosas como éstas: no es bueno apoyar a partidos que van a la guerra a matar inocentes en base a mentiras; hay que estar contra las guerras, las torturas, las dictaduras, el fraude fiscal, el enriquecimiento ilícito, el abuso de los inmigrantes, la pena de muerte, la pederastia, el abuso de menores… Prueben con ese discurso, a ver qué pasa».

¿Quién ha estado contra las guerras siempre? ¿A favor de los derechos civiles y de las libertades públicas?

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