(PD).- Volvió a ganarle. Como en la primera vuelta del debate, hubo momentos -como el ocurrido a la mitad cuando le puso ante la cara las multas que imponen los aliados de los socialistas a quienes rotulan en castellano- en que lo puso en fuga. El punto de inflexión fue cuando a Rajoy, en el intermedio, le dieron el dato de que en la famosa primera pregunta de la legislatura sí había hablado de economía. ZP había engañado mientras le llamaba a Rajoy mentiroso. Y el del PP terminó el debate arrasando, con la niña de la mano.
Rajoy había ensayado para que se mantuvieran los papeles del primer debate. Comenzó el cara a cara aportando propuestas, mientras un presidente del Gobierno que no cesaba de interrumpir al candidato popular volvía a agarrarse como a un clavo ardiendo a la guerra de Irak y el 11-M.
El candidato del Partido Popular sabía, a su vez, que el gran valor político de su campaña ha sido el lanzamiento de propuestas para grandes mayorías sociales en materia económica, de seguridad, de educación o de inmigración, ámbitos en el que volvió a superar en contundencia y argumentación al candidato del PSOE.
En definitiva, un debate que no habrá consumido las posibilidades de los candidatos para captar esos miles de votos que pueden decidir el último diputado de una circunscripción.
Frente a un Zapatero marrullero y preparadísimo en formas y en mensajes facilones, estaba un Mariano Rajoy espléndido y contundente en sus reproches al presidente del Gobierno. Además, ha sabido presentarse ante los millones de televidentes como una alternativa fiable y atractiva.
Las casi dos horas de rifirrafe han tenido dos bloques diferenciados. En el primero, el líder del PP ha insistido -como ya hizo en el primer debate- en poner en evidencia al Gobierno por el deterioro de la economía española y las repercusiones que eso puede tener o está ya teniendo en las clases menos pudientes. Esta vez, además, se apoyó en unos gráficos clarísimos y que en televisión resultaron demoledores para Zapatero.
Zapatero, frente a esta exposición, se mostró a la defensiva, contestando con tibieza, aunque, eso sí, con unas formas marrulleras que, para enfado de muchos de los expectadores, no era reprendido por la moderadora, Olga Viza.
Lo mismo ha ocurrido en la parte dedicada a inmigración, educación e infraestructuras. Ridículo ha estado Zapatero tratando de justificar la regularización masiva, defendiendo los resultados del informe PISA y, patética, su defensa de Magdalena Álvarez, haciendo una comparativa de las infraestructuras del anterior Ejecutivo del PP con las que hará el Gobierno de Zapatero «¡en el 2020!»
En política exterior Rajoy se enzarzó con Zapatero, que condujo por esos derroteros el debate, en la guerra de Irak y el 11-M. Lamentable resultó ver a Zapatero tratando de sacar rédito elecotral de nuevo a estos episodios exprimidos ya hasta la saciedad.
Y fue entonces cuando llegó el momento más desvergonzado de la noche. Zapatero se comportó vilmente al echarle en cara los muertos por el terrorismo en tiempos del PP a Mariano Rajoy.
“¿Qué política antiterrorista prefiere, señor Rajoy? ¿La de esta legislatura con cuatro víctimas mortales, o la de la legislatura anterior con 238 víctimas mortales?”
Tras el breve intermedio, un bravo Mariano Rajoy volvió a resurgir. Después de soportar durante la primera parte las cantinelas facilonas de Zapatero, el candidato popular se puso los puños y no le dejó respirar en toda la segunda parte.
Momento decisivo fue cuando Rajoy le preguntó directamente a Zapatero si él está de acuerdo en el que se multe en Cataluña por rotular en castellano. E insistía, e insistía. Zapatero no sabía qué contestar.
Rajoy, pues, salió de nuevo vencedor frente a un Zapatero que se mostró más agresivo que en el debate del lunes pasado, pero vacuo en propuestas. Aunque en un primer momento sus seguidores se frotaran las manos, las formas marrulleras y sus trucos facilones se le pueden volver en su contra.
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