Las ministras dicen que criticarles es «el caldo de cultivo de la violencia de género»

(PD).- Estaba todo preparado para que fuera un efecto propagandístico más, pura parafernalia. De nuevo le está saliendo a ZP de perlas. Sexó a las personas que consideró más competentes y, dentre ellos, eligió a muchas mujeres, porque convenía. Ellas encantadas. Y el efecto ha sucedido. El que critica a las ministras es machista. Para eso están los medios de cámara.

El pasado 12 de abril se confirmaba, por boca del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, algo que los periodistas ya sabían desde un poco antes: los nombres y apellidos de los políticos que conformarían el nuevo Ejecutivo. Por primera vez en la historia de la democracia, el Gabiente ministerial estaría compuesto por más mujeres, nueve, que hombres, ocho.

Pero esta novedad, estrictamente numérica, no fue la única. Un nuevo ministerio, llamado de Igualdad, y una mujer, Carme Chacón, al frente de la cartera de Defensa, fueron dos de las decisiones más reseñables.

Reseñables y comentadas, a tenor de lo dicho y lo escrito durante toda la semana. Opiniones, muchas de ellas gratuitas y machistas, a las que las nuevas ministras han contestado en el diario Público.

Preguntadas por qué les ha ofendido más de las expresiones machistas oídas, las nueve mujeres del Gobierno han respondido de forma unánime. María Teresa Fernández de la Vega, Vicepresidenta del Gobierno, se ha limitado a señalar que tales opiniones se «descalifican por sí mismas»; en la mima línea se ha manifestado Mercedes Cabrera, ministra de Educación, Política Social y Deporte, «los ataques son tan simplistas y antiguos que se descalifican por sí mismos».

«Ofendida» se ha sentido Elena Salgado, que dirige la cartera de Administraciones Públicas, y Bibiana Aído -que dirige el nuevo ministerio de Igualdad- ha reafirmado la necesidad de este ministerio ya que «esos comentarios reflejan el sentir de una minoría y refuerzan la urgente necesidad de crearlo».

De todas, quizá la más contundente ha sido Magdalena Álvarez, que repite en Fomento, que ha calificado las opiniones vertidas como «el anticipo de la dominación física y el caldo de cultivo del efecto más despreciable del machismo: la violencia de género».

Con respecto a si su trabajo en el Ejecutivo será juzgado con criterios más estrictos o duros por ser mujer, las ministras han expresado opiniones menos coincididentes. Para De la Vega y Álvarez, «sin ninguna duda», porque, apunta esta última, «a la hora de juzgar aplican criterios que no corresponden a nuestro trabajo. Se nos mira con lupa». De forma similar se ha expresado Salgado y Aído, para quien «ese cuestionamiento entra en la normalidad que hemos tenido que soportar siempre las mujeres».

Por el contrario, la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, Cabrera y Cristina Garmendia, la titular de Ciencia e innovación, responden de forma más positiva. «Los resultados del Ministerio no tienen género», dice Garmendia, «y confío en la evolución de nuestra sociedad».

Por último, Público ha preguntado a las nueve mujeres si creen que España sigue siendo un país machista. Rotundamente, De la Vega ha dicho «no», aunque ha matizado «sí creo que sigue habiendo machistas».

Aquí las ministras se muestran esperanzadas, y la mayoría de ellas habla de «reductos de machismo», «perduración de actitudes machistas» o «reflejo del predicamento mediático», y prácticamente todas apuestan por un «giro de los valores» o por considerar estos ataques «ecos del pasado». Aído confía en la «educación para desterrar el machismo» y Garmendia en «el éxito de los proyectos lidereados por mujeres que ayudará a minimizarlo»

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