Aznar, «muy preocupado», pide que los veteranos den «estabilidad» al partido

Aznar, «muy preocupado», pide que los veteranos den «estabilidad» al partido

(PD).- José María Aznar sigue «preocupadísimo» la crisis en que se ha metido su partido después de la derrota electoral del pasado 9 de marzo, pero está al margen de cualquier movimiento interno en contra de Mariano Rajoy y se ha limitado a aconsejar a los pocos veteranos del partido que aún le tratan que den ejemplo y se constituyan en «elemento de estabilidad».

Cuenta el siempre fiable Angel Collado en ABC que así lo reconocen en Faes, ése es el mensaje que ha llegado a la dirección del partido a través de la citada fundación y es el dato que aportan los contados dirigentes del partido que le han visto en los últimos días.

El ex presidente del PP y su sucesor no han mantenido conversación alguna desde las elecciones y en la sede de Génova sólo consta a través de Faes la citada preocupación de Aznar con todo lo que ocurre en el partido.

Es tal la incomunicación y el expreso deseo de Aznar de quedarse al margen de los problemas internos, que en fuentes del PP aseguran que ni siquiera ha establecido contacto alguno con el secretario general, Ángel Acebes.

Sin embargo, los miembros del equipo que tuvo el ex jefe del Ejecutivo cuando estaba en la Moncloa están repartidos entre los sectores del Grupo Popular más críticos con Rajoy -pese a que contribuyeron a que fuera elegido sucesor en vez de Rodrigo Rato-, los hoy consejeros incondicionales de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid y los todavía miembros de la dirección saliente, en principio tan «marianistas» hoy como en su día fueron aznaristas.

En el Grupo Popular han perdido protagonismo y jerarquía dos dirigentes próximos a Aznar, Carlos Aragonés y Miguel Ángel Cortes, mimados por Eduardo Zaplana en la anterior legislatura y que ahora han perdido puestos en el nuevo escalafón que encabeza Soraya Sáenz de Santamaría. En el caso de Aragonés, ex director del gabinete de Aznar, con el añadido de quedarse sin la presidencia de una Comisión parlamentaria.

Relaciones personales
En la crisis del PP, la incomunicación entre presidente y ex presidente es un dato más de un panorama convulso y enrarecido que empieza a afectar incluso a las relaciones personales de los principales dirigentes, no sólo a las de Mariano Rajoy con Esperanza Aguirre.

Después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid renunciara a buscar los avales necesarios para presentarse como alternativa, en el PP se ha extendido la impresión general de que hoy por hoy la continuidad de Rajoy es la única solución para que el partido siga adelante sin peligro de ruptura y cumpliendo con sus obligaciones de hacer oposición al Gobierno.

En conversaciones privadas, Aznar, además de mostrarse «preocupadísimo» por las consecuencias para España de la nueva mayoría de Zapatero y de la situación interna del PP, sólo se ha permitido recomendar mucha tranquilidad y mesura a quienes han acudido a escucharle, además de pedir que apuntalen la estabilidad del partido con la esperanza de que la nueva dirección, en Génova y en el Grupo Popular, se asiente y los problemas internos se enfríen en las próximas semanas.

De lo que pueda ocurrir después del congreso de junio -un trámite en el fondo pero clave para medir la capacidad de integración de Rajoy y el peso de los dispersos y heterogéneos focos de oposición- nadie se atreve a hacer pronósticos, pues dependerá más de los resultados electorales de las autonómicas y del acierto en hacer frente al Gobierno.

En la dirección del PP sigue la incertidumbre absoluta. Se supone que saldrá del equipo el secretario general, Ángel Acebes, pero Rajoy no suelta prenda. Igual que el interesado, que tampoco ha comunicado si está dispuesto a seguir, prepara el congreso sin más y despacha todos los días con el jefe como si no pasara nada, según aseguran sus colaboradores.

En Génova se desatan los rumores sobre posibles aspirantes a la secretaría general sin que nadie pueda citar a Rajoy como fuente de los mismos y algunos de los citados consideran que su nombre sale para «quemarle».

El resultado, con Zaplana fuera, Acebes «en funciones» y Sáenz de Santamaría intentado arrancar con la consigna máxima de la moderación, es que el PP no ha salido al choque con el Gobierno ante sus primeros errores o frentes de posible desgaste: el caso del aceite de girasol, el secuestro del pesquero o el escándalo de Taguas, el asesor de Zapatero al servicio de las grandes constructoras.

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