«Salir con el antifaz a cumplir con tu deber no es muy alentador»

"Salir con el antifaz a cumplir con tu deber no es muy alentador"

(PD)-. «Mi mujer se tuvo que hacer autónoma porque cuando se enteraban con quién estaba casada nadie la contrataba. Mis niñas aprendieron euskera y eran como las demás hasta que llegaron a Secundaria y empezaron los roces con profesores. ¿Amigos? Sí, los hicimos, pero con la lupa en el coche, en la casa y en ellos».

Este es el testimonio de Javier (nombre falso) que recoge Cruz Morcillo en ABC. Acaba de decir adiós a sus 18 años vascos, varios destinos y cuatro atentados incluidos.

“Por las niñas, también por mí. Sólo hay un truco: no bajar nunca la guardia. Vivir con respeto, no con miedo, y amoldarte”.

Hace veinte años, el envío de un guardia civil a un destino vasco era una condena. Hoy no se vive mucho mejor, pero es el precio que pagan algunos para acercarse a su provincia, a su pueblo, como hizo Juan Manuel Piñuel.

Con las familias a cientos de kilómetros, trabajan diez y quince días seguidos para marcharse a sus lugares de origen en cuanto libran. Sesenta días de vacaciones, en lugar de los cuarenta que tiene el resto; un plus mensual que supera los 600 euros de media y lo que mueve a la mayoría: «Coger el preferente», es decir, más opciones para elegir destino con pocos años de servicio.

“Vives en el trabajo y con la sensación de estar en un gueto, con las medidas de autoprotección como si fueran el catecismo. Es muy difícil que te fíes de la gente, sobre todo en los pueblos pequeños. No sabes quién va a dar el chivatazo. Salir con el antifaz a cumplir con tu deber no es muy alentador.”

Así se expresa Manuel, que pidió una localidad de Guipuzcoa para acercarse cuanto antes a su pueblo de Andalucía y a su novia.

Manuel no quiere ni oír hablar de que su familia viva como lo hace él. Reconoce que si quiere tomar una copa se va a Irún o a San Sebastián, donde se siente protegido.

“Cuando tenga hijos no quiero que vayan a una ikastola, no quiero que los señalen con el dedo y que me pase como a muchos compañeros”.

Dice que en las reuniones de padres del colegio los guardias son uno más, pero los mismos vecinos que dialogan y cruzan opiniones con ellos sobre la educación de los niños les retiran el saludo en la calle.

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