(PD).-Este martes el presidente del Gobierno dedicará una sonrisa a Ibarretxe, mientras el PNV se muestra más preocupado por las torturas a los etarras que por las víctimas. Pero «aquí no ha pasado nada», excepto que por una vez, como escribe Anson, Zapatero se envaine su talante y se comporte con la dignidad que la representación del Estado le exige.
El diario “El Mundo” publicó ayer un excelente e inútil editorial. Decía el diario de Pedro J. Ramírez que “la moción aprobada apunta directamente a Zapatero y al ministro del Interior, a los que injuria al acusarles de “amparar” esas imaginarias torturas. Ello debería ser suficiente para que el presidente del Gobierno, anulara el encuentro que tiene previsto celebrar con el lehendakari Ibarretxe el próximo martes”.
La dignidad del Estado exige a Zapatero que no reciba al lendakari vasco hasta que rectifique una acusación de extrema gravedad en la que atribuye al Gobierno español la violación de derechos humanos elementales. Se ofende a la bandera, se escarnia a las Instituciones, se erradica el castellano del estudio escolar, se denosta a España, se agrede al Gobierno de la nación con acusaciones gravísimas, pero aquí no pasa nada porque los impertinentes le han tomado la medida al talante de Zapatero, el de las mercedes.
Otra señal de la debilidad de ZP:
La indignidad de Moncloa se acentúa con la debilidad de Zapatero incapaz de recordar a Ibarretxe que aquí las únicas torturas son las que los terroristas han descargado sobre sus secuestrados a los que mantuvieron meses en horrísonas condiciones. Tortura es lo que padeció la familia de Miguel Ángel Blanco, en la zozobra incierta a la espera del inicuo asesinato. Tortura, en fin, es la que sufren las víctimas del terrorismo y sus familiares, así como el miedo que atenaza a millones de ciudadanos vascos cada vez que salen a la calle.
