¡Están locos estos del PP!

¡Están locos estos del PP!

(PD).- Obelix suele decirle a Astérix y a cuantos quieren oírle: «¡Están locos estos romanos!». Alguien, tan irreal y tan cierto como el hijo gigantón de Goscinny y Uderzo, debiera decir aquí y ahora: ¡Están locos estos del PP! Obélix construye menhires y Mariano Rajoy levanta castillos en el aire. ¿Cuál de los dos personajes es más real y nos cae más cercano?

Escribe Manuel Martín Ferrand en ABC que los dos necesitan traducción porque el uno es galo y el otro, aunque habla castellano, se expresa en jeroglíficos, con presunción de astucia, confusión de ideas, transposición de valores y dándole tantos sentidos posibles a cada frase que, si se quiere saber lo que dice, se requieren los servicios de un avezado hermeneuta.

¡Están locos estos del PP! Se destrozan los unos a los otros sin que venga a cuento, sin finalidad aparente, y ya puede darse por cierto que cuando llegue el XVI Congreso, dentro de un mes, todos acudirán a Valencia hechos unos zorros, entre rotos y desvencijados; pero sin que surja una candidatura que le dispute a Rajoy la presidencia del partido.

Es difícil de entender una formación política en la que, de puertas adentro, nadie está contento con su líder y, de puertas afuera, nadie trata de sustituirle con el vivificador y estimulante cruce de fuego entre dos, o más, candidaturas para liderar un partido que, bromas aparte, es capaz de contar más de diez millones de votos a su favor y en su respaldo.

¿Cuántos podrían llegar a contar si, lejos de la extravagancia, hicieran las cosas como es debido, con seriedad y rigor?

Todas las escaramuzas que llevamos vistas desde que Rajoy, el 9-M, revalidó su derrota del 14-M de hace cuatro años, hay que darlas por no vistas.

El error y lo raro está en quienes vemos, observamos y contamos; no en quienes con su conducta pública invitan a sospechar que el PP se deshace y resquebraja y que su líder, falto de apoyos reales, es un zombi resultante de algún conjuro galaico. Nadie quiere suceder al sucesor de José María Aznar y todos le rinden acatamiento y respeto.

Las guerras internas son, sólo, una verbena acortada por las aguas de mayo; las huidas en cadena, mutis para el aplauso de sus actores; el olvido y arrinconamiento de los mejores, un ejercicio colectivo de humildad y casos como el de María San Gil, toreo de salón.

En el PP no pasará nada ni se pondrá en pública evidencia la profunda disensión que vive en su seno, la discrepancia entre el posibilismo temerario y poco constitucional de los sabios consejeros del líder y la lealtad a supuestos menos federalistas que los de José Luis Rodríguez Zapatero; pero es muy posible, casi cierto, que Idéfix, el perro de Obélix, confirme los temores psiquiátricos de su amo dejando su líquida señal territorial en el portal de Génova, 13.

Cuando se trata de la escenificación del absurdo y de la sublimación del disimulo, en España todos somos maestros. ¡Están verdaderamente locos estos del PP!

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído