Rajoy sale reforzado tras los envites de sus críticos en Génova

Rajoy sale reforzado tras los envites de sus críticos en Génova

(PD).-Rajoy evita otro lunes negro ante un sector crítico en clara minoría. Sus detractores son pocos y muy heterogéneos, y eso refuerza la posición del presidente. Ahora el partido deberá zanjar sus disputas en el congreso. Rajoy, en lo que cabe, ha sido el beneficiario de la situación. Aunque no pueda presumir de liderazgo, quienes querían derrocarle todavía están muy flojos.

El tiempo pasa y quien hace valer sus apoyos es el propio Rajoy, como hizo en el acto de Valladolid el pasado fin de semana. Ayer, durante el Comité Ejecutivo, la dirección popular se sometió más a una terapia de grupo -muy propia de estas situaciones- que a un debate político de fondo. Escribe M. Martín Ferrand que «quizá esta terapia fuera suficiente para ayer, pero de quedar las cosas sólo en eso, en adelante volvería a evidenciarse la desproporción entre la intensidad de las críticas a Rajoy y el respaldo real de quienes las formulan».

La celebración, ayer, de la Junta Directiva Nacional tiene el valor de un bálsamo y la pretensión de, descontadas las víctimas –Eduardo Zaplana, Ángel Acebes, María San Gil…-, cauterizar las muchas heridas abiertas en los pasados, absurdos y no explicados rifirrafes. De aquí al XVI Congreso, menos de tres semanas, no parecen probables nuevas tormentas.

Para Ferrand la gran derrotada ha sido Aguirre. «Hasta tal punto que Esperanza Aguirre ha resultado ser la gran derrotada en una batalla que no ha llegado a celebrarse. Es el riesgo inmenso de amagar y no dar. Aguirre, mal acompañada y peor aconsejada, correrá con el gasto de una peripecia absurda en la que le faltó el valor del paso definitivo. Para eso no se juega».

El error del PP, en su conjunto, es que en vez de centrarse en este guión para su debate, se ha embarcado en polémicas que tienen mucho de artificioso -salvo en consecuencias tan dolorosas como la desafección de María San Gil-, como las posiciones enfrentadas sobre posibles pactos con los nacionalistas. Más aún, cuando se trata de una hipótesis imposible de realizar ahora y durante bastante tiempo, pese a que siempre ha estado presente en el horizonte del PP, y que por su propia imposibilidad no merece provocar el desgaste que está causando a la cohesión del partido.

Rajoy, en lo que cabe, ha sido el beneficiario de la situación. Ha quedado claro que sus astucias valen poco y que sus silencios no le llevan a ninguna parte; pero, sin ser bueno, ha resultado ser el mejor. Quienes querían derrocarle eran todavía más flojos.

La falta de un liderazgo arrollador, curiosamente, no se ha visto tanto en Rajoy sino en Juan Costa. Como explica Ignacio Camacho, «si el que tiene que inyectarle la esperanza perdida es él mismo cabe pensar que a la derecha le espera una larga convalecencia política».

A simple vista, Costa tiene pinta de cualquier cosa menos de un político ilusionante o carismático; más bien parece una de esas parodias de pijos con que los socialistas suelen caricaturizar a sus adversarios, un candidato excelente para unas elecciones de comunidad de vecinos en La Moraleja o en Puerta de Hierro.

En circunstancias como ésta conviene no menospreciar a nadie. «Menos bagaje que Juan Costa, que al fin y al cabo ha pasado por el poder, tenía Zapatero, y ahí anda; supo aprovecharse de un confuso momento de caos. Si a ZP los suyos le apodaron en un principio Bambi, el presumible equipo costista podría ser bautizado como Los Aristogatos, pero lo importante no son ellos, sino quienes puedan respaldarlos, desde dentro y desde fuera», remata Camacho.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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