(PD).- Aznar es así y nunca ha destacado por su cordialidad, pero hay muchos que han visto intencionalidad en el gesto. En cualquier caso, este sábado, el ex presidente ha dado en su discuros un «apoyo responsable» a Rajoy y ha subrayando que María San Gil y Ortega Lara deben seguir «formando parte» del PP.
Las palabras de Aznar despejan algunas incógnicas y refuerzan el liderazgo de Rajoy, justo un dís después de que el antiguo líder del partido hiciera un feo muy «mediático» al nuevo líder popular.
EL LIDERAZGO DE RAJOY
Mariano Rajoy está en Valencia para investirse como sucesor de sí mismo, tras escapar de una crucifixión cantada que ha fracasado por ausencia de verdugos.
Como escribe Ignacio Camacho en ABC, «los carpinteros que iban a construirle la cruz han acabado ensamblando a regañadientes la rutilante tribuna, blanca y azul, sobre la que el domingo lucirá la túnica de candidato».
Después de un largo pulso de conspiraciones de salón en las que los conjurados titubeaban a la hora de empuñar la daga, Rajoy se ha presentado en el Congreso del PP con una nueva guardia de pretorianos jóvenes y bellas vestales. Casi todos muy profesionales, algunos muy brillantes y al menos uno de una capacidad comunicativa espectacular.
Está tan seguro de su recién hallado liderazgo que se ha permitido sacar pecho y ha mandado a Aznar a intervenir a deshoras como un vulgar telonero.
El expresidente ha tenido que hablar al congreso este sábado, para no restar protagonismo a la triunfal «proclamación mariana» y a la hora de la verdad, ha dejado a los críticos levemente desencantados.
Quienes esperaban un ataque demoledor, han quedado con tres palmos de narices porque el ex presidente hadado en su discuros un «apoyo responsable» a Rajoy y se ha limirtado a subrayar, como no podía ser de otra manera, que María San Gil y Ortega Lara deben seguir «formando parte» del PP.
EL NUMERITO DEL VIERNES
Consciente de que le han recortado la melena, a su llegada escenificó ayer una glacial distancia con su sucesor. El ex presidente del Gobierno apareció en el plenario del congreso -primer acto de relevancia en el cónclave- una hora y tres cuartos después de su inicio, previsto para las 16.00.
La demora y la condición de presidente de honor del partido provocaron el parón del pleno, de la sintonía del partido y la ovación de todos los reunidos en la sala.
Aznar se dirigió hacia la Mesa del congreso para sentarse en el sitio, que tiene reservado como copromisario nato.
Una vez en el escenario, fue saludando uno por uno a dos manos a la primera y segunda línea: Sirera, Trillo, Arias Cañete, Ana Mato, Gallardón, Elorriaga… Ignoró a Feijóo y apenas reparó en Soraya, que será su vecina los tres días que dure el evento.
Desde la posición de ésta, estiró el brazo con desdén hacia Fraga, que será su vecino por la derecha.
Junto a éste, estaba Rajoy. Pero entonces el ‘ex’ se volvió hacia la segunda fila y saludó cariñosamente a Esperanza Aguirre, sorteando al líder del partido.
Volvió a la primera para abrazar y dar dos cachetitos cariñosos a Acebes con risotadas por ambas partes. Mudó la faz al pasar a Rajoy y con semblante pétreo, le tendió la mano sin mirarlo en lo que técnicamente podríamos considerar un «desplante».
Luego pasó junto a Fraga otra vez para colocarse en su sitio, entre el presidente fundador y la portavoz parlamentaria.
En la sala de prensa, donde los periodistas contemplaban la imagen a través de pantallas gigantes de televisión, se escuchó un «uh» casi al unísono.
El de Aznar con Rajoy fue un gesto intencionalmente frío, que cortó el tono del momento y desató el morbo en los pasillos y en los asientos de los compromisarios.
Habrá quien de al gélido saludo entidad de catégoria, pero es pura anécdota. Como escribe Camacho: «Cautivo y desarmado el ejército de la disidencia pepera, a los conjurados sólo les resta una cierta gestualidad como aliciente de carnaza mediática».
No sabemos todavía quien serña el candidato del PP en 2012, pero el líder del partido -sin matices- se llama Mariano Rajoy.
