(PD)-. Es uno de los 18 intelectuales promotores del Manifiesto por la Lengua Común. Actualmente vive en Alemania pero, aun así, el eco de los problema del idioma traspasa fronteras. Ramón Rodríguez, en una entrevista de David Sanz para El Mundo, cuenta cómo desde Alemania son incomprensibles algunos de los problemas que padecen los españoles para poder utilizar el castellano.
¿Ve la cuestión lingüística como un problema político?
Las cuestiones lingüísticas siempre tienen un aspecto político. En nuestro caso, la larga discriminación política de los hablantes de las lenguas hoy cooficiales exigía una reparación. Pero, como dice el Manifiesto, una vez lograda, la sobreprotección de las lenguas está produciendo la discriminación de los ciudadanos en sus derechos civiles.
No es admisible que un ciudadano no pueda recibir enseñanza pública en castellano, que es lengua oficial, o que el conocimiento de la lengua vernácula sea valorado de manera exorbitante en los baremos oficiales. Ni las lenguas ni las comunidades ni las culturas tienen derechos por encima de las personas.
¿Ha conocido casos de discriminación por el uso del castellano?
Sí. Pero lo importante no son los casos individuales, sino las estructuras y las leyes que tienen la obligación de proteger el ejercicio de las libertades individuales y eso es lo que no está ocurriendo con los últimos giros de tuerca del nacionalismo en la enseñanza y la administración pública.
¿Desde el punto de vista académico, cómo cree que puede afectar las carencias de castellano o el monolingüismo en el desarrollo académico de los jóvenes?
Ya lo estamos viendo. Recientemente he podido comprobar que el manejo del castellano escrito es notablemente inferior en algún estudiante que ha cursado todo el Bachillerato en otra lengua (el catalán, en este caso). Lo más decisivo, sin embargo, es que el predominio creciente de las lenguas cooficiales en las universidades actúa como una barrera a la movilidad, y eso es una pena.