ETA eligió a Benjamín Atutxa como el Miguel Angel Blanco del PSOE

(PD).- El terrorista detenido esta semana que dirigía el comando Vizcaya de ETA ha confesado al juez Garzón que tenía la orden de Txeroki, el jefe militar de la banda, para secuestrar al concejal socialista de Eibar, Benjamín Atutxa, dar un ultimátum al Gobierno y asesinar al edil si Zapatero no atendía a sus exigencias.

Por horrendo y macabro que pueda parecer, la banda terrorista quería repetir la espantosa ejecución a plazo fijo de Miguel Angel Blanco.

Las imágenes tomadas por la Guardia Civil en el zulo excavado junto a la Iglesia de Valgañón muestran una caja repleta de viales de diazepán y jeringuillas.

No se trata de unas pastillitas de Valium sino de todo un kit narcotizante que despertó la curiosidad del juez Garzón y de los agentes a sus órdenes.

«¿Y esto para qué lo queríais?», preguntaron al presunto jefe del comando, Akaitz Goikoetxea, que asistía al registro. Para realizar un secuestro como el de Miguel Angel Blanco, respondió, y después le costó un poco más responder a las preguntas sobre cuál iba a ser su nuevo objetivo hasta reconocer que se trataba del concejal del PSOE de Eibar Benjamín Atutxa Iza.

Según las declaraciones de Goikoetxea Basabe, estuvieron siguiéndole entre septiembre y diciembre de 2007 -fuentes del Ministerio del Interior aseguran que se han localizado papeles con las referencias de estos seguimientos-, pero desistieron de ejecutar sus planes al comprobar que estaba escoltado y que las medidas de seguridad que adoptaba hacían demasiado peligrosa la comisión del delito.

En este sentido, las detenciones ayer en Francia de Asier Eceiza, lugarteniente de Txeroki, y de la terrorista que participó en el seguimiento del concejal socialista de Eibar son dos noticias muy alentadoras.

La circunstancia de que el concejal socialista fuera de Eibar, localidad en la que trabajaba y fue secuestrado Miguel Angel Blanco, añade aún más horror si cabe a los planes de la banda. Las imágenes de aquellos días de julio del 97 están todavía muy presentes en la sociedad española, que se movilizó masivamente dando lugar al denominado Espíritu de Ermua.

Nunca como entonces los terroristas estuvieron más cercados por su propia sociedad -hay que recordar el acoso a las sedes de Batasuna por parte de ciudadanos vascos hartos de quienes dan cobertura política a ETA-, y si no hubiera sido porque el PNV le dio oxígeno meses después con el Pacto de Lizarra tal vez aquella movilización hubiera sido definitiva.

Sin embargo, lejos de avergonzarse del espanto de un asesinato que incluso horrorizó a quienes simpatizan con sus objetivos, ETA quería volver al lugar del crimen y repetirlo. La banda pretendía chantajear al Gobierno socialista para obligarle a negociar a cambio de no matar al concejal socialista, como ya hiciera con el Ejecutivo del PP.

En aquella ocasión, la dirección de ETA dió 48 horas de plazo para que el Estado acercase a los presos de la banda terrorista a los centros penitenciarios del País Vasco. No lo consiguió. El escenario en el que la banda planeaba abordar a su víctima está cercano al de 1997: En la estación de Eibar los terroristas secuestraron a Blanco.

El descubrimiento de los siniestros planes de ETA pone en evidencia que carecían de fundamento algunas de las bases con las que el presidente Zapatero encaró el proceso de paz. Los terroristas no sólo no tienen la menor intención de dejar de asesinar, sino que pretenden reeditar sus atentados más monstruosos.

Las cesiones que hizo el Gobierno ZP con el asesino De Juana durante su huelga de hambre -posteriormente subsanadas- y, sobre todo, la decisión de permitir la presencia de los proetarras de ANV en algunos ayuntamientos vascos pueden haber llevado a ETA a creer que la actitud de Zapatero hubiera sido distinta a la de Aznar si se le presentaba un chantaje tan dramático como el de Miguel Angel Blanco.

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