(PD).- El panorama es aterrador: Solbes lo ve muy negro y avisa que el crecimiento rozará el cero mientras el IPC se dispara hasta el 5,3%; Sebastián presenta una sarta de insensateces como plan de ahorro y De la Vega intenta arañar unos pocos votos del sector inmigrante. Zapatero, viendo la que se avecina, hace carretera y manta para refugiarse, como el meloncillo campestre, en su Coto de Doñana.
El presidente no está para jaleos; fiel a sus costumbres, nunca se salta unas vacaciones y una crisis económica no va a trastocar su calendario. Así que este viernes será el primero coger el camino; despachará a sus ministros en el último consejo de ministros, se entrevistará con el Rey en Palma y dormirá con Sonsoles en Doñana.
Las visitas al Palacio de Marivent abren y cierran las vacaciones presidenciales; pero en este caso tiene un significado especial. Zapatero acude a los brazos del Rey ante las enmiendas que en el Congreso realizan a su persona.
Su carisma se tambalea y sólo en su partido goza de la credibilidad de antaño. O casi, porque el presidente se ha encontrado con un enemigo inesperado: el PSC, que no ceja en su empeño de negociar la financiación y que está extendiendo sus frentes por Baleares.
Aun así, no le ha costado mucho a Zapatero huir a su refugio protegido. A cuenta del Estado, es un especialista es alargar las vacaciones y, aunque ha advertido que hará un parón veraniego para hacer frente a la crisis, todo indica que consistirá en una llamada telefónica al respectivo para saber lo que ya le dicen, que «todo va bien».