(PD).- Plazas de la República Dominicana y de la República Argentina. Dos escenarios del dolor causado por De Juana se convirtieron ayer en lugares de unidad entre las víctimas, de recuerdo a los caídos y de esperanza en poder superar la libertad del asesino.
Vicente Romero González. Un profesional eficiente y alegre
Juan García Jiménez. Todos los días a las ocho y treinta
Esteban del Amo García. «Vivo gracias a él», dice un compañero
Fausto Escrigas Estrada. Recibió una ráfaga de metralleta
Eugene Kenneth Brown. Salió a correr y encontró la muerte
Alberto Alonso Gómez. No sobrevivió a un segundo atentado
Vicente Domínguez. Mientras esperaba en el semáforo
Juan Mateos Pulido. A sus 30 años le arrancaron de su mujer
Juan José Catón Vázquez. Uno de los más veteranos que asesinaron
Juan C. González Rentero. El benjamín del jeep de Juan Bravo
Ricardo Sáenz de Ynestrillas. Socorrido por sus propios hijos
Carlos Vesteiro Pérez. Acribillado, quedó tendido en el suelo
Francisco Casillas Martín. Una plaza de Alcobendas con su nombre
Andrés Fernández. Quince días para acabar el curso
Carmelo Bella Álamo. Falleció de camino a unas prácticas
Miguel Ángel Cornejo Ros. Apenas un año en la Guardia Civil
José Calvo Gutiérrez. Deseaba fichar por el FC Barcelona
Ángel de la Higuera López. Murió tras quince días de agonía
Jesús María Freixes. Su gran afición era el fútbol sala
Antonio Lancharro Reyes. Pasión por la montaña y las motos
Juan Ignacio Calvo. De los doce, el último en morir
Jesús Jiménez Gimeno. También hizo la mili en la Benemérita
Javier Esteban Plaza. Cuatro días de agonía en La Paz
Santiago Iglesias Godino. Sus familiares donaron sus órganos
José Joaquín Ruiz. Tenía sólo 21 años cuando murió