Los presos de ETA quieren el fin de la violencia

Los presos de ETA quieren el fin de la violencia

(PD).- La mayoría de los presos de ETA apuesta por dejar definitivamente la violencia y comenzar a negociar su salida de la cárcel, tal y como revela un sondeo que la propia dirección de la banda ha realizado entre los reclusos de la organización terrorista.

La vuelta a la violencia de ETA ha propiciado este sondeo entre los casi 600 presos -en concreto 593 en estos momentos, la ocasión en la que ha habido mayor número de reclusos de la organización terrorista, según fuentes penitenciarias-, que están repartidos por 53 cárceles españolas.

Los investigadores en materia antiterrorista han detectado, tras la ruptura formal del alto el fuego en junio de 2007, que la dirección de la banda, con el visto bueno del jefe del aparato militar Garikoitz Aspiazu, ‘Txeroki’, encargó «sondear» la opinión de los presos .

Ese «sondeo» sobre cómo debe evolucionar la estrategia de la banda en el futuro ya tiene una primera conclusión: en la mayoría de los presos de ETA está ganando la postura que apuesta por dejar definitivamente la violencia y comenzar a negociar su salida de la cárcel.

Las últimas detenciones de ‘comandos’ etarras en Francia y España, así como la falta de experiencia y preparación de los que conforman estos grupos, han sido una de las causas que han propiciado que desde la dirección de ETA se abriera ese debate, según las fuentes consultadas.

Un debate que ha venido suscitado también por las «presiones» surgidas en el interior de las cárceles, por las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de presos , así como de ciertos sectores de la izquierda abertzale, que se inclinan por el abandono de las armas.

«Un gesto»

Pero, ¿cómo interpretar esta «consulta» a los presos por parte de la dirección etarra?: los investigadores creen que se trata de «un gesto» hacia un colectivo que había puesto muchas esperanzas en el «proceso de negociación» abierto con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Los presos , al margen de sus reivindicaciones históricas, vieron en ese diálogo una puerta abierta a su posible excarcelación y el hecho de que no fructificara, al negarse el Ejecutivo a ceder a las pretensiones «políticas» de los terroristas, dio carpetazo a todas sus expectativas.

«Un gesto», según sostienen las mismas fuentes, para que al colectivo de presos les llegue el mensaje de que «se les tiene en cuenta» después de un periodo de tiempo en el que la banda ha antepuesto la búsqueda de «un acuerdo político» al devenir de sus reclusos.

Pero no es la primera vez que ETA intenta «pulsar» el ánimo de sus presos y que un importante número de reclusos etarras rechaza los métodos violentos de la organización terrorista, aunque en algunos casos, cuando lo han hecho en voz alta, les ha costado su expulsión.

Disidentes

José Luis Álvarez Santacristina, ‘Txelis’, uno de los integrantes del llamado «colectivo Artapalo», nombre que recibía la cúpula de la banda terrorista desarticulada en Bidart en 1992 y que dirigió la organización en su etapa más sangrienta, fue expulsado de la banda en 1998 tras publicar una carta a favor del abandono de las armas.

El pasado mes de diciembre ‘Txelis’ y Kepa Pikabea, que cumplen condena en la cárcel de Logroño, fueron expulsados además del Colectivo de Presos Vascos (EPPK) por no someterse a las directrices de esta asociación y adoptar iniciativas de origen particular.

Otro miembro del «colectivo Artapalo», Francisco Múgica Garmendia ‘Pakito’, ‘número uno’ durante 15 años, fue expulsado también de la banda y del colectivo de reclusos tras firmar una carta en la que apostaba, junto a otros cinco históricos de la organización, por el fin de la lucha armada. ‘Pakito’, Ignacio Aracama ‘Makario’, Ignacio Bilbao ‘Iñaki Lemona’, Carlos Almorza Arrieta, Kepa Solana Arrondo y Koldo Aparicio Benito aseguraban en la misiva que «esta lucha armada que desarrollamos hoy en día no sirve», cuando «se es tan vulnerable a la represión», por lo que abogaban por explotar «nuestro capital y potencial político».

Presos «de peso», que se unen a una larga lista de disidentes que no ha dejado de crecer, pese a los intentos de la banda por mantener la cohesión interna, incluido el asesinato en 1987 de su ex militante María Dolores González Catarain, ‘Yoyes’, quien decidió regresar al País Vasco desde México desafiando a la organización.

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