Esta nariz cuesta 9.000 euros

Esta nariz cuesta 9.000 euros

(PD).- No ha sido en Ginebra ni en Suiza, como aseguraban María Eugenia Yagüe y otros medios. Ni en Ginebra ni en Estados Unidos, donde acude a retocarse cada seis meses Isabel Preysler, demasiado estirada ya. Ha sido en el mismo hospital en el que nacieron sus dos hijas y en el que siempre se ha sentido cuidada, mimada y protegida del asedio mediático.

Según cuenta la revista Época, la princesa de Asturias recaló el pasado 11 de agosto en el Hospital Ruber Internacional, en Mirasierra (Madrid) para que se le realizara una rinoplastia, es decir una operación de cirugía estética de la nariz.

Ni siquiera tuvo que pernoctar en el hospital porque hoy en día, con unos pequeños vendajes o seudoescayolas uno puede volverse a casa si no hay complicaciones. Se dice que Letizia podría haber obligado al cirujano a firmar algún papel comprometiéndose a mantener absoluta discreción respecto a la intervención y su autoría. Las piezas de puzle para que casi nadie se enterase o, al menos tan pronto, parecían encajar a la perfección.

La princesa había acompañado con su marido a la delegación española en los Juegos Olímpicos de Pekín y, a la vuelta, se había puesto en manos del especialista.

Con lo que nadie contábamos era con el fatídico accidente de Spanair que obligó a la princesa a hacer una ronda de visitas a distintos hospitales, el 21 de agosto, para consolar a los supervivientes heridos. Ahí se descubrió el pastel. Letizia, compungida y lívida, apenas levantaba la vista del suelo ni la cabeza cuando el Príncipe hablaba con la Prensa.

Quería que su nariz y mentón pasaran desapercibidos, pero todos notamos algo más que esa pena: un rostro, una mirada y una expresión diferentes. A la Casa Real no le quedó más remedio que claudicar y reconocer que, por motivos respiratorios, había tenido que someterse a una septorrinoplastia, así llamada cuando se lleva a cabo por motivos médicos y no estéticos.

¿Y cómo es que la princesa no estaba amoratada?, nos preguntamos muchos al saber la verdad. “La respuesta biológica de cada uno es diferente. Hay personas a las que le surgen grandes o pequeños hematomas y otras a las que alguno o ninguno. Puesto que cada vez se perfecciona más la técnica, se tiende a la disminución”, dice Javier de Benito, cirujano plástico. Además, era fácil ver que Letizia lleva una espesa capa de maquillaje y que en el ojo derecho se transparentaba una sombra algo oscura. No es de extrañar que la princesa de Asturias eligiera a Antonio de la Fuente para su transformación.

Aparte de tener más de 30 años de experiencia profesional, De la Fuente es jefe de la Unidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Hospital Ruber Internacional, miembro fundador de la Asociación Española de Cirugía Estética y miembro de la Internacional Society of Aesthetic Plastica Surgery, entre otros muchos cargos. Ha operado a infinidad de nombres famosos y se distingue por su absoluta discreción, naturalidad en sus resultados, no ser nada protagonista y muy prudente a la hora de mejorar o transformar partes del cuerpo.

“Me gusta la nueva nariz de la princesa. El resultado de la intervención me parece absolutamente correcto y armónico con el resto del rostro”, opina Juan Peñas, uno de los tres mejores plásticos junto a De la Fuente y Enrique Monereo.

Pero no han gustado precisamente a varios cirujanos plásticos de renombre las extensas declaraciones y opiniones de su colega Javier de Benito (otro de los grandes, con prestigio internacional y muy mediático) a la revista ¡Hola! en un reportaje de seis páginas donde explica con pelos y señales cómo se debe realizar esta operación, que posiblemente se habría hecho fuera de España “porque es muy difícil mantener el secreto en este país”, que si la nariz y la barbilla la endurecían mucho… Algunos plásticos critican el protagonismo y la profusión de opiniones de De Benito sentando cátedra ante una intervención que no ha realizado. Pero él se defiende y afirma que “hay mucha gente envidiosa. A mí me preguntaron y yo simplemente di mi opinión”.

En cuanto a los resultados, «habrá que esperar seis meses hasta que vaya desapareciendo la inflamación porque hay mucha hinchazón».

Es una mujer muy atractiva de cara ovalada, boca grande y bonita sonrisa y creo que la intervención ha suavizado sus facciones, aunque lo importante es cómo ella se vea.

De Benito piensa que podría haber existido ese problema respiratorio importante, porque si no le gustaba su nariz, ¿por qué no se había operado antes? Pero esa mirada un poco inquietante, un poco carlabrunesca, no parece responder sólo a cambios en la nariz y el mentón. Elvira Ródenas, vicepresidenta de la Asociación Española de Medicina Estética, se cuestiona el procedimiento.

Por lo poco que le han cambiado los orificios nasales me atrevería a decir que se ha hecho un rinolook (remodelación sin cirugía mediante rellenos), ya que una rinoplastia necesita al menos un mes de recuperación y ella no ha estado fuera de la vida social ese tiempo.

Además, creo que se ha hecho un relleno de pómulos, surco nasogeniano y mentón. También el entrecejo con bótox. Por eso se la ve tan cambiada.

Lo que está claro es que Letizia quiere seguir caminando hacia el estrellato y hacia esa perfección que la obsesiona. Su extremada delgadez hacía prominentísima su nariz y mentón y decidió lijarse ambos. Se dice que hace tiempo que se ha operado para ponerse más pecho, que su labio superior también está un poco “relleno” y que un odontólogo apellidado Alonso ha mejorado su dentadura y su sonrisa.

Incluso que en estos últimos retoques se haya pegado un poco las orejas. “Letizia está deslumbrada por el estrellato, es una creída y cada vez resulta menos natural”, piensa Jaime Peñafiel, su más incisivo crítico. «Cuando la apunta una cámara, cada mirada a su marido, cada gesto está calculado al milímetro, ella siempre se ríe o llora más. Y el Príncipe se ha amarujado totalmente”. Peñafiel afirma que la Princesa no se habla con sus cuñadas.

No hay feeling porque ha entrado a saco en esa plaza y parece como si Leonor fuera la única nieta de los Reyes. El Rey mira hacia otro lado y la Reina templa gaitas. Qué casualidad que el día que llegaron las Infantas a Mallorca se fueran los Príncipes a Pekín.

Pero maldades aparte, Letizia parece querer convertirse en una especie de Rania de Jordania -joven, guapa y estilosa-, sobre todo desde que nada menos que el Vanity Fair la haya elegido la segunda mujer más elegante del mundo, aunque a algunos nos parezca que se viste como la Reina, es decir, con un estilo adecuado para Doña Sofía, pero rancio y anticuada para una chica joven, con el bolsito siempre del mismo color que los zapatos -algo que no se lleva desde hace 10 años- y con pesada profusión de hombreras y estampados. No es precisamente el estilo de Felipe Varela el más adecuado para una mujer de 35 años.

A su favor habrá que decir que siempre viste de diseñadores españoles y que ha sido también de nuestro país -el tercero más destacado del mundo en intervenciones de cirugía estética- de donde han salido las manos que han mejorado y redondeado la brujil nariz de la Princesa, que un día, como en los cuentos de hadas, cambió Valdebernardo por el Palacio de la Zarzuela.

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