(PD).-En Afganistán y el Líbano nuestros soldados se baten el cobre a duras a penas en condiciones que rayan la penuria pero aquí a la ministra la prensa amiga le levanta un altar en cada esquina. El valor mediático de Chacón cotiza al alza desde su embarazo y los palmeros de turno no dejan de exaltar su doble rol de madre y ministra como adalid de la mujer progre que pregona ZP. Pero no todas las españolas pican el anzuelo. Muchas han protestado por no gozar de los mismos privilegios que tuvo ella durante su baja en de maternidad y exigen mayor igualdad.
El País Semanal ofrece el domingo las primeras imágenes de la ministra de Defensa con su hijo, en su trabajo, en el despacho del ministerio, con los mandos militares, en la cocina… Adelantamos unos párrafos de las 10 páginas del reportaje. Las fotos son enternecedoras, y cuesta creer que sea la misma persona que censuró Internet en las fuerzas armadas para evitar las críticas, que defendió la persecución a los castellanohablantes o que en un gesto soberbio desalojó un gimnasio para su uso personal.
Todos firmes. Llega Carme Chacón. 20 años después de la entrada de mujeres en el Ejército español en septiembre de 1988, una socialista catalana se coloca al frente de un engranaje con 125.500 militares y 32.000 civiles. Una ardua tarea que ha compatibilizado con el nacimiento de su hijo. Entramos en su vida privada y profesional, sus dos frentes.
-Hay quien piensa que su designación y sus primeros gestos fueron una operación para rentabilizar su condición de mujer y embarazada. Son los que se preguntan, ¿y ahora qué?
– Pues en eso estamos, trabajando. Esas opiniones definen a quien las emite. Embarazada o no, tenía claro que mi primera obligación era visitar a quienes son capaces de poner su vida en riesgo por valores superiores: la libertad de los otros. Una embarazada no es una enferma. Seguro que es más duro ser cajera y estar todo el día de pie. Quería expresar la gratitud de la sociedad a quines se arriesgan para que haya paz en regiones de conflicto.
La jugada ha sido muy buena y a todos nos cayó la baba al ver a Carme de premamá ante tanto uniformado, pero la cuestión no es esta. Como escribió en la escritora Najat El Hachmi en mayo pasado en El Periódico «la cuestión es que parece que estemos todos obligados a posicionarnos: o prochaconistas o contrachaconistas, como si el sexo de las ministras y sus acontecimientos biológicos particulares dijeran tanto o más de ellas que su opción política, su formación, sus capacidades gestoras o las habilidades innatas para ocupar el cargo. Por ello la jugada es tan buena: Chacón es como uno de aquellos silogismos que no lo son, los que se formulan de modo que no es posible ni refutarlos ni dejar de hacerlo. Porque cualquiera que se atreva a poner en duda su nombramiento, queda automáticamente retratado como facha, retrógrado y pepero».
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