Martínez Gorriarán (UPyD): «Caramba, la Palin me pone…»

(PD).- «Tendré que ir a que me lo miren, pero la candidata republicana a la vicepresidencia de los USA me parece cada día más todo un descubrimiento… político«. Carlos Martínez Gorriarán, miembro destacada de Unión, Progreso y Democracia, se explica: «¿Qué no daríamos en España porque tanto meapilas y soberbio moralista se calificara de lo que realmente es, un conservador pelín reaccionario, en lugar de esconderse tras un fantasmagórico etiquetado “liberal”?»

Carlos Martínez Gorriarán escribe en su blog personal:

«Por lo que conozco, la mayor parte de las opiniones políticas de esta señora me parecen o extravagantes o peligrosas. Sus ideas en materia de moral y educación sexual son impresentables (e ineficaces, como revela su propia familia), y peligrosas las que sostiene en materia de posesión privada de armas (el otro día casi declara la guerra a los rusos, sus vecinos de Alaska; regusto a gatillo y mira telescópica), de censura de libros moralmente discutibles (como si hubiera alguno bueno que no lo fuera, qué horror), y de equiparación del paradigma (que no simple “teoría”) evolucionista a la superchería apestosa del creacionismo. Para compensar, en probable que esté más acertada de lo que se acepta por aquí en materia de cambio climático y protección de los osos polares, esos temas que levantan de su asiento de primera clase del avión a las almas bellas acostumbradas a viajar por todo el mundo gastando cantidades ingentes de contaminante queroseno en sus desplazamientos de Madrid a Nueva York o Bombay o Melbourne -perfectamente innecesarios para el bien general, dicho sea de paso, pero perfecta excusa para perforar el ártico en busca de petróleo, ese pecado que tanto les encorajina mientras piden otro blody mary».

“¡Ajá! –exclamará algún lector avispado-, a usted lo que le gusta de la Palin es que pone de los nervios a la progresía oficial española”. Hombre, algo hay de esto, cómo negarlo. ¿Cómo no disfrutar ante la forma en la que El País, por ejemplo, pasó de regodearse en el “error Palin” a la franca alarma ante el empuje de esta mujer nada pacata ni melindrosa? Pero lo que me parece valioso de ella es su osadía al defender sus valores, por reaccionarios que sean –y varios lo son, ¡ay!-, y su lenguaje claro y directo, sin ocultación de lo que realmente piensa ni delegación a terceros de su pía defensa».

Y concluye:

«¿Qué no daríamos en España porque tanto meapilas y soberbio moralista se calificara de lo que realmente es, un conservador pelín reaccionario, en lugar de esconderse tras un fantasmagórico etiquetado “liberal”? ¿No estaría bien que también aquí los contrarios a la modificación de la legislación sobre el aborto o la eutanasia hablaran con claridad de su concepto religioso de la vida humana, en lugar de insultar con sedicente, asnal y risible superioridad ética a los que piensan –pensamos- lo contrario? ¿No sería revolucionario que los conservadores españoles o europeos dijeran realmente lo que quieren y persiguen, en vez de delegar la ingrata tarea en la Iglesia o los medios de comunicación más de su lado, clonando la reprobable hipocresía de Zapatero?

Por todo eso encuentro muchas razones para no votar a la sra. Palin ni en sueños, si estuviera en el caso, pero muy pocas para denigrarla y ninguna para despreciarla, sino todo lo contrario. No les gusta a las feministas, y qué; si no les gusta a las de mi Departamento, me va a gustar más todavía. Tampoco goza del beneplácito del ecofundamentalismo, pues casi mejor; ¿qué mejor garantía de un pensamiento independiente de la corrección política al uso?

Obama lo va a tener difícil con este presunto “error de McCain”. Pero será un acicate para que espabile y dé algún contenido a su gaseoso discurso del “sí, podemos”. Ya: ¿podemos qué, si puede saberse? Y no voy a dar una lista de “qués” para que no me acusen de incitación a diversas obscenidades políticamente incorrectas a derecha e izquierda. La sra. Palin, que vino de Alaska con su mente repleta de versículos bíblicos y derechos a poner ametralladoras en el porche de casa, hará una estupenda aportación, impagable, si purga el sospechoso aroma zapateril del programa Obama. Y si gana las elecciones, será la primera vez en que una persona corriente y moliente llega tan cerca de la primera magistratura de los Estados Unidos. Lo que no sería imposible, dada la edad de McCain. ¿Y no es ese el programa básico de la democracia, la igualdad literal de todos los ciudadanos, aunque no admiren a Iñaki Gabilondo? Al fin y al cabo, el precio de la libertad no es otro que el de la permanente vigilancia de sus adversarios».

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