(PD).- «Ahora resulta que no sólo se pagaron 1,5 millones de dólares a los piratas que secuestraron en aguas internacionales a nuestro pesquero Playa de Baquio sino que un porcentaje de esa cantidad estaba destinado a los terroristas de Al Qaida. La información la ha difundido la agencia Reuters, de sólida solvencia, y procede del familiar de uno de los piratas». Es Luis María Anson el que valientemente pone el dedo en la llaga.
El académico escribe en El Imparcial:
Como Rajoy andaba por esas fechas enzarzado en disputas intestinas con los que querían lógicamente que dimitiera tras su derrota electoral, el Gobierno escapó de rositas de su vergonzosa actuación, al someterse al chantaje de los piratas. Zapatero no quería líos y lo mejor para evitarlos era pagar directa o indirectamente, aunque la claudicación envalentonara a los piratas para nuevas tropelías. Una parte del dinero pagado fue, para colmo, a engrosar las arcas terroristas de Al Qaida. Mientras Francia, ante un caso similar, reaccionó con la dignidad y la fuerza, Zapatero se sumió en la indignidad y la claudicación, lo mismo que hizo cuando se embarcó en el proceso de rendición ante Eta.
Jamás hubiera hecho Felipe González una cosa así. Tampoco Aznar. Hay cuestiones que afectan a la dignidad de una nación y eso exige que el gobernante arrostre las consecuencias. El pan para hoy y hambre para mañana es una forma tórpida de entender la política. El todo vale del ludópata que nos gobierna conduce a decisiones tan vergonzosas como la que acaba de desvelarse.
El Partido Popular que estaba en plena trifulca interna cuando se produjo el suceso tiene ahora la oportunidad de exigir nuevas explicaciones al Gobierno. A la opinión pública le asiste el derecho a saber lo que pasó, quién pago realmente el rescate, cómo se efectuó el pago y si se conocía o no que parte del chantaje iba a alimentar las alcancías de Al Qaida, el grupo terrorista que, según dicen, estuvo detrás de la atrocidad del 11-M en Madrid.