Aznar carga contra el «socialismo simpático» de ZP

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El ex presidente del Gobierno José María Aznar acusó esta noche al jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, de «condenar a las personas al desempleo» y aplicar «recetas infantiles» ante la actual situación económica. A su juicio, España puede salir de la crisis si emprende una docena de medidas, entre ellas, mayor austeridad y reducción del gasto público, revisar el modelo de organismos reguladores y supervisores, emprender una «profunda» reforma laboral, retomar el PHN y cambiar el sistema educativo.

Así lo aseguró en la presentación del libro ‘Libertad de elegir’, de de Milton y Rose Friedman, junto al hijo de los autores, David Friedman, catedrático de Economía. Al acto –que se celebró en el mismo hotel madrileño en el que se eligió a Mariano Rajoy como sucesor de Aznar– asistió el presidente fundador del PP, Manuel Fraga, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

El también presidente de FAES presumió de la gestión económica en sus ocho años de gobierno porque los españoles «comprobaron» que en España el desempleo descendió a un ritmo medio de 270 personas al día. «Ahora, en los cuatro años y medio que otros llevan en el Gobierno, pese a la herencia de prosperidad que recibieron, las personas que han enviado a las filas del paro son de media 270 al día. Claro que no es lo mismo 270 menos, que 270 más», enfatizó.

Aznar afirmó que lo «sensato» es mirar hacia el futuro y plantear qué se puede hacer porque, según dijo, eso fue lo que él hizo en 1996 como presidente del Gobierno «en circunstancias similares» a las actuales. Eso sí, recalcó que los ciudadanos deben saber que España «no va a salir de esta crisis con mayores dosis de socialismo simpático».

Según el ex presidente, España ha vuelto a los «viejos tiempos» al ser la «generadora del desempleo en Europa» y la «gran excepción» entre una veintena de países de su entorno, sobre todo Francia y Alemania, en los que el paro está descendiendo. «Esos países a los que algunos», continuó Aznar, «dicen que vamos a superar muy pronto en renta por habitante». «Y eso que allí sus dirigentes no presumen de jugar en ninguna ‘Champions League», apostilló como crítica a unas declaraciones públicas del presidente Zapatero.

«Fruto de estos últimos años de Gobierno socialista, España está empezando a cosechar una profunda crisis económica con muy graves repercusiones sociales«, explicó Aznar, quien también recordó que los que advirtieron «con acierto de la crisis que se avecinaba» fueron calificados de «antipatriotas».

«Hay quien empieza por negar la existencia de la crisis hasta hace sólo dos meses e, inmediatamente, pretende dar clases de cómo salir de ella», añadió en referencia al deseo del Ejecutivo español de participar en reuniones internacionales para hacer frente a la situación económica actual. «Quizá sea querer ir un poquito demasiado despacio llevar cinco años menospreciando la política internacional», censuró a este respecto.

RECHAZO DEL INTERVENCIONISMO

Aznar mostró su confianza en la sociedad española para salir de la crisis, aunque precisó que esto requiere «cambiar claramente el rumbo actual, que nos conduce a encallar en una crisis aguda, profunda y duradera». En este sentido, abogó por un liderazgo político que se aleje de los «manuales de economía que algunos leen en dos tardes», en referencia al «socialismo simpático» que atribuyó al actual Gobierno, y que definió como aquel que «aconseja subir el gasto público, aumentar impuestos, intervenir con criterios políticos en las decisiones de las empresas privadas y controlar políticamente los organismos reguladores y supervisores».

Frente a la «mayor intervención pública» para atajar la crisis, Aznar apostó por una docena de medidas –«no son recetas divertidas, lo sé», dijo– que se resumen en «mayor austeridad pública, reformas estructurales y mayor competencia y flexibilidad». Es decir, «mayores dosis de libertad económica» frente a un Estado que, según él, ha vuelto a «fallar como supervisor de un sistema profundamente regulado por el propio Estado», a pesar de que en la actual crisis financiera reconoció que los gobiernos habían conseguido «evitar el colapso».

Para Aznar, la primera medida que debe adoptar España en la actual coyuntura económica afecta a las administraciones públicas, que deben «aplicar políticas de máxima austeridad» y acometer reformas profundas, situarse «del lado de las empresas y de la creación de empleo, y no frente a las empresas y contra la creación de empleo».

Esto debe venir acompañado de reducciones de impuestos, «sobre todo aquellos que gravan el empleo», paso previo de «una profunda reforma laboral que incentive la contratación, elimine rigideces y adapte nuestro mercado de trabajo al siglo XXI».

En cuarto lugar, Aznar situó la necesidad de «revisar por completo todo el modelo de organismos reguladores y supervisores, para poner fin a su control político y para asegurar su independencia operativa». También son «imprescindibles» reformas en el terreno de la energía, «para además de estimular el ahorro y la eficiencia», se incremente el «autoabastecimiento a través de fuentes limpias y seguras como la energía nuclear».

PHN Y NUEVO PACTO DE TOLEDO

La siguiente medida defendida por el ex presidente del Gobierno apuntaba a un consenso entre partidos con motivo de la política del agua, previa defensa del Plan Hidrológico Nacional (PHN) como garante de los trasvases. Otra materia de consenso afectaría a las pensiones, con un nuevo acuerdo del Pacto de Toledo. «Es una manifiesta irresponsabilidad que no se haya hecho nada en esta materia en los últimos cinco años», censuró.

Acto seguido, defendió que se «deshiciera el camino andado en materia de legislación sobre suelo» para «reintroducir racionalidad en la ordenación de este recurso, bajo los principios de liberalización y ausencia de discrecionalidad», ya que aumenta el riesgo de la corrupción.

Aznar abogó por que España reformara su modelo sanitario «en la dirección emprendida por los países escandinavos en los años noventa» que, añadió, «abren el camino a la producción privada de los servicios de salud con financiación pública de dichos servicios». Este camino también debería ser emprendido por el sistema educativo –«que retome los valores del esfuerzo, el mérito y el respeto a la autoridad del profesor, acompañado de la libertad de elección por parte de los padres»– y del sistema de Universidades –«instaladas mayoritariamente en la mediocridad y la endogamia, que hacen que ninguna de ellas esté entre las 200 mejores del mundo»–.

Por último, el ex presidente vio como imprescindible reconstruir el mercado nacional, «demoliendo las absurdas barreras erigidas por las decisiones de algunas comunidades autónomas, que lo segmentan sin sentido alguno».

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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