Y los progres descubrirán pronto que les iba mejor contra Bush

Y los progres descubrirán pronto que les iba mejor contra Bush

(PD).- En lo que Obama ya habrá defraudado es en no hacerse asesinar. La progresía europea saluda su inminente éxito electoral como si hubiera logrado introducir en las murallas neocon un caballo de Troya lleno de pancarteros de la sección Beverly Hills.

Y escribe David Gistau en El Mundo que no tardarán en descubrir, después del festín que se han dado en los últimos siete años de guerras, que con Obama queda refutada buena parte de los feroces prejuicios que sostienen la obsesión anti-americana.

Contra Bush vivían mejor, pues nadie como él encarnaba el Reverso Tenebroso, cruel por naturaleza, donde la vieja izquierda resentida, tan lejos de Dior y tan cerca de la Unión Soviética, siempre ubicó a la única democracia que siempre lo ha sido y que evitó que Europa acabara siendo nazi o el patio trasero comunista.

El continente de los campos de exterminio y del gulag, de los absolutismos teocráticos y de las dictaduras, se atreve a dar lecciones de libertad a Estados Unidos. E incluso a despreciar con un esnobismo decadente al principal motor científico y cultural de la segunda mitad del siglo XX. Para fundamentar este odio que procede de las vísceras y de la derrota, del rencor post-Muro, Bush era ideal, un verdadero chollo. Pero, ¿Obama…?

Obama habría resultado más útil asesinado. Y, a ser posible, colgado de un árbol y junto a una cruz incendiada del KKK. Entonces habría permanecido vigente la leyenda negra americana, el mito de la nación racista e ignorante que lleva el viejo Sur redneck prendido del alma y que devora a sus Kennedys renovadores para permanecer fijada en una parálisis agreste que desprecia cuanto ignora.

Con Obama, los esclavos de hace doscientos años, los que sólo encontraron una alternativa al gueto en el boxeo, el jazz y el baloncesto, de pronto llegan a la Casa Blanca, vuelta mulata.

Y ésa, si al final se cumple, es una audacia social que desarma convenciones progres. Con Obama se arroja Estados Unidos a una refundación comparable en energía al New Deal e incluso a la fundación a partir de praderas vírgenes de una sociedad reclamada por una noción del destino, y eso, si al final se cumple, replica la resignación a la decadencia que se les atribuye.

El venezolano Chávez, animado por ese indigenismo que declara culpable al hombre blanco, dice que ya ha enviado señales como por tam-tam al «hombre negro» con el que las cosas serán distintas por complicidad entre desheredados.

No le van a contestar. Porque la siguiente decepción respecto de Obama es la que le descubrirá, antes que como un negro o un utopista más o menos cosmético, como un presidente americano que no corregirá principios fundacionales ni el modo en que los Estados Unidos se proyectan en el mundo y conciben su defensa.

Será entonces cuando la progresía añore a un Bush al que era más fácil atacar porque no desdecía ninguno de los tópicos anti-americanos que la nación despeja con Obama igual que las vacas espantan las moscas con la cola.

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