Zapatero agradece «la actitud» de Bush para que España esté en la cumbre

Zapatero agradece "la actitud" de Bush para que España esté en la cumbre


(PD).- «Quiero mostrar mi agradecimiento por la actitud del presidente francés y por parte del presidente de EEUU». El presidente Zapatero ha variado el discurso de los últimos años respecto a George Bush, después de que se haya confirmado que España acudirá a la cumbre del G-20.

«Han sabido reconocer la realidad de España y, lo más importante, han sabido comportarse como amigos».

En su comparecencia, el presidente ha reiterado las dificultades que se han tenido que atravesar para lograr un hueco el próximo 15 de noviembre en Washington:

«Era un objetivo no fácil de conseguir, pero un objetivo en el que merecía la pena empeñarse por ser una ocasión crucial para el futuro del país y de los españoles».

En la rueda de prensa, el presidente del Gobierno, aunque no ha especificado las medidas que presentará el 15-N, sí ha anunciado que se reunirá en breve con el líder de los ‘populares’, Mariano Rajoy, con los agentes sociales, principales entidades financieras y expertos para preparar la cumbre de Washington, aunque no ha especificado cuándo.

No ha tenido muchas palabras ni muy cálidas para Nicolás Sarkozy y ha quedo un poco raro. Se podrán decir muchas cosas del presidente francés, pero lo que nadie discute es que está siendo un buen gestor de la macrocrisis que estamos viviendo y que es un buen amigo de España.

Y, además, que está ayudando y apoyando a José Luis Rodríguez Zapatero sin que se sepa aún qué le va a pedir a cambio…

¿Cuál de las dos sillas de que dispondrá Francia en la cumbre de Washingtondebería aceptar el jefe del gobierno español? ¿La de la presidencia francesa de la Unión Europea o la de Francia como miembro del G-8?

Cualquiera de las dos parece una humillación o un premio de consolación para un país que debería ser invitado por sus propios méritos, que parecen no ser reconocidos por todo el mundo, y mucho menos en los Estados Unidos.

Y, desde el punto de vista comunitario, la pataleta española sorprende y no gana tampoco excesivas simpatías, más allá de las de Durao Barroso, Brown o Juncker.

Holanda exige también su presencia, y tiene sus motivos, y los polacos -que cuentan con enormes simpatías en el gobierno norteamericano- también van por el mismo camino.

Para resolver las cosas de una manera salomónica, lo más cómodo hubiera sido que Europa hubiera estado representada en Washington por quien ostenta durante este semestre la presidencia de la Unión. Y máxime cuando la Unión tiene una postura única. Lo dicho: Sarkozy y punto.

¿MERECE LA PENA LA LARGA PEREGRINACIÓN DE ZP?

Zapatero se pasó todo su primer mandato pasando olímpicamente de la política internacional, apostando por los candidatos perdedores en ella, dedicándose a negociar con ETA, a agrietar España con estatutos de soberanía y a convencer a los españoles de que teníamos la economía más floreciente del mundo, por lo que no debíamos preocuparnos más que de gozar de la vida.

Sólo cuando la crisis económica que ha negado durante un año se hizo imparable e innegable se ha lanzado como un poseso a la escena internacional, recorriendo el mundo de punta a punta y moviendo Roma con Santiago, léase Bruselas, Washington, Pekín y hasta San Salvador, para asistir a la conferencia que el próximo día 15 tendrá lugar en la capital norteamericana.

Todo, para borrar su etapa anterior, para disimular que se equivocó en sus planteamientos, para ocultar que la Alianza de Civilizaciones y otras zarandajas nos habían excluido de los grandes centros de decisión y, a la postre, para hacer que hace, que es lo único que sabe hacer, aunque eso lo hace estupendamente, y perdonen el trabalenguas.

A base de mendigar y hacer kilómetros, le ofrecen en Washington una silla que no le pertenece, si bien el anfitrión tiene que dar su visto bueno, lo que no es seguro.

Aunque, miren ustedes por dónde, ya tenemos la mejor metáfora de nuestro presidente.

Zapatero es el hombre que no es. Representando una república que no es la suya, presidiendo una nación en la que no cree, inventando una alianza que no existe, liderando un partido convertido en partida, intentando sobrevivir a base de engañar a extranjeros y compatriotas con mentiras cada vez más gordas y trazos cada vez más gruesos.

Esta ida suya a Washington, que aún no sabemos cómo acabará, es el equivalente diplomático de la guerra de Gila: «¿Está preparada la silla? Sí, pero tendrá usted que hablar francés», pueden contestar de la Casa Blanca. Menos mal que el mundo está demasiado preocupado por la crisis económica para ocuparse de los lances cómicos, porque seríamos su hazmerreír.

Pero esto es lo que hay. Y lo que hemos elegido. O sea, lo que nos merecemos. Y no sólo los que han votado a Zapatero.

Algo hemos hecho mal todos, empezando por la oposición, para llegar a situaciones humillantes como ésta. Y algo debe fallar en el fondo de nosotros para que no nos sonrojemos.

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