(PD).- El electorado del PP no se reconoce en la dirección del partido al que vota. No sabe qué espacio ocupa el PP. No se reconoce como alternativa frente al PSOE. No está de acuerdo siquiera con el tono y el lenguaje de Rajoy en relación con una serie de cuestiones claves y, por supuesto, frente a Zapatero.
braya César Alonso de los Ríos en ABC que los electores del PP viven en estos momentos en una insatisfacción partidaria y ello les resulta especialmente inquietante por cuanto tienen una consideración muy baja de la política socialista y de la personalidad de Zapatero.
No aciertan a comprender que el PP no arrase ante una forma de gobernar tan deleznable como la del PSOE.
El estado de ánimo de los votantes del PP en relación con la propia dirección de éste es la cuestión más preocupante de aquél.
Por lo mismo, es el principal problema del partido que dirige Rajoy. Previo al de su incapacidad para arrancar dos millones de votos al PSOE. Rajoy y sus compañeros de dirección tienen un problema de credibilidad interior.
Como líderes de los suyos. No sólo como líderes nacionales. Ellos mismos son parte importante del problema del PP. Algo muy difícil de aceptar. No sólo niegan la existencia de esta situación de desentendimiento, sino que la consideran radicalmente injusta en los casos contados que podrían citarse.
Rajoy y sus compañeros de dirección han llegado a la conclusión de que a partir del Congreso de Valencia la militancia y el electorado del PP están obligados a seguir con entusiasmo sus propuestas y su estilo por cuanto ellos representan la legitimidad. Confunden así ésta con la credibilidad, con el liderazgo e incluso con el carisma.
El PP está en la fase patética de no creerse a sí mismo. En la magnífica entrevista que hizo Cristina de la Hoz a Soraya Saéz de Santamaría este hecho aparecía con claridad.
La dirigente popular no sólo trató sin éxito de inventarse el PP como bloque tras la dirección sino que ni siquiera se atrevió a defender la personalidad de Jaime Mayor al margen de quien pueda ser la cabeza de lista para las europeas y fue capaz de negar la existencia de «los cobardes» que, según Cospedal, «reman en sentido contrario».
