ZP se niega a fulminar a Maleni e insiste en mantener el esperpento. La ministra de Fomento volvió a ofrecer una nueva muestra de su grosero y desafortunado gracejo cuando quiso ridiculizar la visita que Aguirre y Camps hicieron al túnel hundido del AVE. Lo que no es de recibo es que la ministra de ZP recurra a los muertos del accidente del Metro de Valencia. Además, entre risitas.
El hecho de que la ministra quiera sacudirse de encima la combativa presión política de dos presidentes autonómicos del PP es legítimo; lo que no es de recibo, ni siquiera como argumento de la dialéctica política, es que para conseguirlo Magdalena Álvarez recurra a los muertos de un accidente en el Metro de Valencia y eche en cara a Camps una investigación que, por otro lado, correspondía a la Justicia.
Aparte de la grosería a la que la ministra tiene acostumbrados a los ciudadanos, la cuestión es por qué un «incidente menor» -así lo ha denominado- puede conllevar un retraso de meses en unas obras que, al margen de este episodio, debieron haberse concluido en 2007. Y además, por qué lo escondió a la opinión pública.
Tal y como escribe Manuel Martín Ferrand en el ABC,
«Magdalena Álvarez domina el esperpento. Ni Ramón del Valle-Inclán llegó tan lejos, ni con tanto ruido, en el arte de deformar la realidad y convertirla en guiños grotescos. Su lenguaje desgarrado, como de verdulera antigua, unido a sus gestos teatrales afirman su personalidad y debe reconocérsele que, en el seno de un gobierno lánguido, inane y gris, brilla con luz propia y es, aunque sea para mal, una estrella indiscutible, una atracción que para sí quisiera cualquiera de las casetas que recorren las ferias de España».
«Su último espectáculo, el del túnel del AVE que se vino abajo en el camino de Valencia, parece extraído del hilarante repertorio de La Cubana. Lástima que el elevado coste de su producción no permita llegar a las cien representaciones».
