(PD).- Los árboles de Pedrojota no dejan ver el bosque gallego. Galicia y País Vasco están a pocas semanas de ir a las urnas. En ambas comunidades el ambiente nacionalista tiene afixiada a la población, que ve conculcados sus derechos. Llegan las elecciones y algo podría cambiar. Ése es el bosque. El árbol es una anécdota, una frase sacada de contexto: la declaración del número dos de las listas del PP por La Coruña que tachó de «autarquía de la subnormalidad política» el alegato proteccionista de Sebastián, al alimón columnista de El Mundo. Pedrojota se queda en el árbol. Y así, de paso, le clava el aguijón al marianista Alberto Nuñez Feijóo.
Las cosas que están ocurriendo en Galicia, gobernada por el bipartito socialista-nacionalista, son graves. Una comunidad necesitada de grandes inversiones en infrastructuras, con la crisis -igual que al resto- asolando a sus ciudadanos,…. Pero no sólo. En aquella región se conculcan los derechos de los ciudadanos, que ni siquiera tienen la libertad, en muchas ocasiones, de utilizar el castellano en la educación o en las comunicaciones con la administración. Ésta es la cruda realidad.
A pocas semanas de las elecciones, y cuando las encuestas dejan al PP a un puñado de votos de la mayoría absoluta, El Mundo ha encontrado una anécdota de la que hacer sangre. En su sección de opinión Vox Populi da a Pedro Arias un «baja».
«Un exabrupto insultante que le descalifica. El número dos del PP por la Coruña sobrepasó ayer los límites del respeto al tachar de «autarquía de la subnormalidad política» el alegato proteccionista del ministro Sebastián. Se descalifica a sí mismo al no distinguir la diferencia entre la crítica política y el insulto».
Y después, en páginas interiores, explica lo sucedido: «Un candidato del PP gallego insulta a Miguel Sebastián.»
«El número dos de las listas del PP por La Coruña para las elecciones gallegas del 1 de marzo, Pedro Arias, calificó ayer de «autarquía de subnormalidad mental» la propuesta del ministro de Industria, Miguel Sebastián, de fomentar el consumo nacional».
¿Insulta al ministro o a su propuesta? Sea como fuere, una anécdota en medio de la que está cayendo. ¿Y cuál era el bosque que denunciaba el «popular» y que Pedrojota no ha visto o no ha querido ver? Paro, recesión, provincianismo, despilfarro…
Aquí van las partes fundamentales del discurso de Arias, un completo análisis sobre las políticas económicas ruinosas del bipartito gallego PSOE-BNG que El Mundo prefirió pasar por alto para blindar las medidas aldeanistas de Sebastián de las críticas:
«Estamos inmersos en una verdadera crisis nacional, en una encrucijada sin aparente salida, cuyo rasgo más insólito e impensable es la acentuación de las dificultades debidas a la negligencia, escapismo, irresponsabilidad y desenfoques por parte de los propios gobiernos que debieran hacerle frente».
«Técnicamente sus orígenes son muy claros y reconocibles. Desde que llegó Zapatero al gobierno de España y desde que el Bipartito accedió al gobierno gallego se inició un proceso de crecimiento económico sobre bases cada vez más artificiales e inestables. Se apoyó en la sólida dinámica heredada del Partido Popular, pero -fatalmente- se dejó llevar por un irreflexivo proceso de endeudamiento exponencial, de utilización del crédito exterior para financiar gran parte de la inversión y el crecimiento interno».
«En Galicia nos hemos encontrado con un gobierno que incurre en los mismos errores en los que ha incurrido el gobierno Central. Primero la ocultó, después la infraestimó y ahora dice que incide menos, que tenemos y un plus especial de resistencia».
«Persiste el autoengaño. No hay ni siquiera memoria estadística para recordar que una economía tan abierta como la gallega, con el 100% de intercambios respeto al PIB, -mayor que la media española,- se sumergirá aún con mayor intensidad debido precisamente a que tenemos menos empleo comparativo, más envejecimiento, una dependencia de los flujos de transferencia del Estado y que el Resto de España es nuestro mercado de referencia. No hay vía autárquica ni manto protector».
¿Algo que objetar?