(PD).- El Gobierno del «Plan E» se ha puesto exótico. Al viaje de Magdalena Álvarez a Rusia -en Siberia se ha preparado para las nevadas que vengan-, se unió ayer el de Miguel Ángel Moratinos, de visita en las islas Galápagos para la firma de varios acuerdos de cooperación.
Álvarez habrá aprendido seguramente a combatir las nevadas. Lo que no consigue es que sus palabras fluyan a la vez que sus ideas. Este viernes, en París, fue, una vez más, nítida:
«Ha sido realmente un viaje de un gran interés para los intereses, nuevamente, españoles».
Se trata de vivir al día, como si el momento presente fuera el único, y no hubiera ni un antes ni un después. El Gobierno se vuelve amnésico y actúa como si no hubiera roto nunca un plato, y además debe creer que el conjunto de los ciudadanos también hemos perdido la memoria porque de otro modo no se explica lo que dicen y lo que hacen.
Hace unos días escuchábamos a la vicepresidenta Fernández de la Vega afirmar muy digna, al ser preguntada por el final del culebrón de las opas sobre Endesa, que este Gobierno no interviene en las operaciones entre empresas.
Pues menos mal. Se le ha olvidado que fue el Gobierno quien llevó de la mano a Gas Natural para presentar una oferta ridícula por Endesa; que fue el Consejo de Ministros quien aprobó un decreto «anti-E.ON» que nos costó un rapapolvos de Bruselas, y que fue este mismo Ejecutivo quien puso una alfombra roja a la entrada de la pública Enel en la compañía española.
¿Y qué me dicen de culpar ahora del déficit público a la eficacia del Gobierno en la aprobación de medidas anticrisis? «Hemos sido los primeros» en aprobar planes contra la crisis económica, nos han dicho para justificar los números rojos. ¡Y tanta prisa!, como que se aprobaron para ganar las elecciones, no para afrontar una crisis que, según el Gobierno, entonces no existía.
