La noche oscura de Zapatero

(PD).- Es la noche más triste de ZP desde que, ¡oh, sorpresa!, llegó al poder en marzo de 2004. Ni siquiera salió de su despacho en Ferraz para felicitarse por el resultado histórico de Patxi López en el País Vasco. Mala señal. En su lugar, mandó ante los medios a un desolado Pepiño que acababa de ver, contra todo pronóstico, cómo se desintegraba el castillo de arena gallego. ¿Y qué cavilaba el presidente en su despacho? ¿Qué le perturbaba tanto que hasta le impidió salir a poner buena cara a un ascenso del socialismo vasco nunca visto hasta ahora?

Ni siquiera el buen resultado electoral del PSE alivió la amargura del PSOE por su rotunda derrota electoral en Galicia. Los peores augurios se cumplieron y las urnas confirmaron el desapego del electorado gallego hacia la coalición que les ha gobernado los últimos cuatro años (PSdeG-BNG).

Zapatero había llegado pasadas las nueve de la noche a la madrileña sede de Ferraz. Y, desde ahí, siguió los resultados que fueron cayendo como jarros de agua fría. El presidente veía cómo la desolación se hacía carne en la cara de su compañero Pepiño Blanco, que se había dejado la piel en la campaña gallega, y en el rostro de Emilio Pérez Touriño, que salió en seguida ante las cámaras para reconocer la derrota.

En el País Vasco, en cambio, Patxi López y sus compañeros celebraban con toda la emoción unos resultados históricos. «Ari, ari, ari, Patxi lehendakari», coreaban. Y el propio líder socialista vasco anunciaba que «me siento legitimado para liderar el cambio», pese a tener seis diputados menos (podrían ser cinco, tras el recuento del voto por correo) que el PNV.

¿Qué le ocurría a Zapatero que ni siquiera salió a dar la enhorabuena a su criatura? Dos claves: la primera, la jugada de Garzón y la corrupción se les había vuelto en contra y el golpazo lo estaba recibiendo él mismo en toda la cara. Rajoy había renacido de sus cenizas. Sólo hacía falta dar una vuelta por las televisiones y ver al líder popular pletórico en su comparecencia y acogido por un público que se había concentrado a las puertas de Génova que volvía a aclamarle. ¿Eran los mismos que meses atrás iban a esperarle a las puertas de la sede nacional a gritarle traidor? Zapatero no podía con la amargura.

Segunda, y más importante. Ahora toca buscar acuerdos en el País Vasco. Ninguna de las opciones para formar posible gobierno es buena para el propio Zapatero. El resultado gallego deja entrever que las alianzas con los nacionalistas les pueden costar muy caras. Un pacto PSE-PNV, con Ibarretxe como lehendakari es casi imposible. ¿Y dejar gobernar al PNV en minoría buscando acuerdos puntuales? Patxi López no parece estar dispuesto. Tras su comparecencia de este domingo, una vez conocido el resultado, López dejó claro que el quiero ser el próximo presidente vasco. Quienes le conocen, aseguran que si Zapatero tratara de imponerle que dejara paso al PNV, López no dudaría en remedar a su compañero Montilla y decirle al presidente aquello de «en España mandas tú pero en Cataluña – léase País Vasco- mando yo».

¿Y qué podría hacerle a Zapatero pedir a Patxi López que deje el Gobierno vasco en manos del nacionalismo? Su propia cabeza. El presidente socialista está en minoría en el Parlamento español. Sus traiciones a los convergentes catalanes hacen imposible un apoyo siquiera puntual en los próximos presupuestos y, en caso de que Patxi López se sentara en el trono de Vitoria, el PNV daría por rotas las relaciones con el PSOE en Madrid. ¿Entonces?

A Zapatero sólo le quedaría acercar posturas con el propio Partido Popular. Ante la gravísima situación de crisis económica, ZP podría buscar el apoyo de Mariano Rajoy para sacar adelante una Ley de Presupuestos. Aquí es donde se va a ver la altura de miras del propio Zapatero.

Llegados a este punto, dos salidas. El presidente acepta acordar sus políticas por el Partido Popular, lo que esto le podría suponer un desgaste morrocotudo en parte de su electorado. O, de otra manera, utilizar toda la artillería propagandística, para una vez llegado al acuerdo, corresponsabilizar del desastre económico al partido de Rajoy.

La otra salida, tratar de mantener la minoría y, caso de no conseguir apoyo para los Presupuestos, (prorrogarlos sería casi imposible porque los últimos ya han nacido muertos) y, buscando una fecha que les pudiera ser favorable, adelantar las elecciones generales.

Cualquiera de las opciones desbarata los planes de Zapatero. Una noche larga y oscura para el triste líder socialista. Ahora le va a tocar mojarse, pero bien mojado.

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