Vuelco político en Galicia y País Vasco

(PD).- Lo que parecía difícil se ha producido: vuelco político en Galicia con el triunfo de Alberto Núñez Feijóo, candidato del Partido Popular, por mayoría absoluta, y vuelco político también en Euskadi, donde es posible, después de treinta años, el desalojo del nacionalismo del poder si hay pacto entre el Partido Socialista de Patxi López, el Partido Popular y el partido de Rosa Díez.

Subraya José Oneto en Estrella Digital que el fracaso, sobre todo, de Pérez Touriño, que después de cuatro años en el poder ha perdido un escaño, entre otras razones porque no ha desarrollado el programa del partido sino que ha ido a rebufo de Antxo Quintana (que ha perdido otro escaño), el verdadero presidente de Galicia, abre una crisis importante dentro del socialismo gallego, que pedirá la cabeza de quien sólo ha ejercido de vicepresidente de la Xunta y que, enfrentado con el número dos del PSOE, José Blanco, se negó a adelantar las elecciones.

La tesis de Ferraz era que había que alejar los comicios de la crisis económica y que marzo, en plena recesión y con cuatro millones de parados, era la peor fecha posible.

De este modo, ha pesado más en el electorado la propia crisis, el mensaje del despilfarro de un bipartito dividido y enfrentado, que los escándalos de corrupción en el Partido Popular investigados por el juez Baltasar Garzón y el caso de espionaje en la Comunidad de Madrid.

El triunfo de Núñez Feijóo, que por primera vez concurría a las elecciones y que se había puesto como meta la obtención de la mayoría absoluta -si no no volvería a presentarse-, es un balón de oxígeno para Mariano Rajoy, que, asediado en su propio partido, temía perder en Galicia y además sufrir una debacle, que tampoco se ha producido, en el País Vasco.

Núñez Feijóo, junto con Basagoiti en Euskadi, son los dos las caras de un nuevo Partido Popular que ha pretendido renovar Rajoy, y que no sólo ha conseguido salvar los muebles sino que, con unos resultados más que dignos, paraliza, por el momento, la ofensiva interna dentro del partido. El triunfo en Galicia, y el papel decisivo que desempeñará el PP en el nuevo Parlamento vasco, da suficientes argumentos a Rajoy para, desde ya, tomar una serie de decisiones que siempre ha aplazado invocando una unidad del partido que muchos de sus dirigentes vienen socavando sin tener, además, una alternativa clara.

El fracaso de Pérez Touriño supone el primer fracaso electoral importante también del presidente Rodríguez Zapatero, que tiene el primer resultado de un termómetro que mide la capacidad de la crisis económica para terminar con cualquier proyecto que no llegue a una ciudadanía, que es la que está sufriendo más las consecuencias de la recesión económica, del paro y de la falta de expectativas.

Zapatero, que el último día de campaña se trasladó de forma inesperada a Santiago de Compostela para insistir, en un multitudinario mitin, que votar a Pérez Touriño era también votar a Zapatero, ha comprobado cómo los gallegos le han dado la espalda y cómo su esfuerzo último no ha podido ocultar el fracaso de un bipartito más preocupado por un problema lingüístico que no existe en esa Comunidad, que de otros problemas graves, como la misma Ley de Dependencia.

Este primer toque de atención al Partido Socialista que ha perdido el Gobierno de una Comunidad importante, y las encuestas últimas que indican una recuperación del PP en Andalucía, dibujan un panorama pesimista para un PSOE que si en estos momentos hubiese elecciones generales podría llevarse muchas sorpresas.

El fracaso gallego es relativamente compensado con el triunfo de Patxi López, que aunque no se ha convertido en el candidato más votado como pretendía (hay que recordar que en las últimas generales el Partido Socialista fue la primera fuerza política de Euskadi), sí tiene la posibilidad, con el apoyo del Partido Popular y el Partido de Rosa Diez UPyD (Unión, Progreso y Democracia), de convertirse en lehendakari, al llegar a ese número mágico de treinta y ocho escaños que marca la mayoría absoluta del Parlamento vasco.

Ahora todo está en manos de Patxi López, que no puede olvidar el mensaje que le transmitió el ex presidente del Gobierno Felipe González en uno de sus mítines: bajo ningún concepto renuncies, si puedes, a la posibilidad de ser lehendakari.

Evidentemente, González estaba mirando hacia la Moncloa y a los compromisos del presidente Zapatero con el Partido Nacionalista Vasco, que se ha convertido en aliado coyuntural de un Gobierno que ha decidido no establecer alianzas estables en una legislatura más complicada que la anterior y que estará dominada por una crisis económica que por ahora ha desemboscado en recesión y que amenaza con convertirse en depresión.

Poco después de las once de la noche Patxi López hacía caso a González y aseguraba que presentaría su candidatura para moderar ese cambio con la llegada de un socialista a Ajuria Enea.

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