La victoria electoral acalla a los críticos de Rajoy y cierra filas en el PP

La victoria electoral acalla a los críticos de Rajoy y cierra filas en el PP

(PD).- Ha salvado el «match point» y se viene arriba. No hay nada como un triunfo electoral para cerrar filas y el PP es ahora un buen ejemplo de ello.

El círculo de Rajoy, cuyos miembros más optimistas sentían el sábado en sus nucas el cosquilleo de la guillotina, vio amanecer el lunes en un nirvana de entusiasmo. Después de unas semanas francamente depresivas, en las que el síntoma más leve era una angustiosa sensación de incertidumbre, el marianismo ha entrado en euforia.

Los marianistas creen que Galicia es su Valmy, la batalla de la refundación, o su Alamein, el punto de inflexión en el que Churchill decretó «el fin del comienzo» de la remontada. Están que se salen.

Afirma Ignacio Camacho en ABC que, se mire como se mire, el vencedor de la jornada electoral del domingo se llama Rajoy, aunque las lenguas de mil filos sostengan con vitriólico sarcasmo que este hombre sólo gana las elecciones a las que no se presenta.

Pero el triunfo gallego y el milagroso rebote estratégico de un retroceso en el País Vasco le han insuflado aire a su mermado liderazgo; ayer parecía que le hubieran inflado el perfil con una «bimba» de bicicleta.

Después del zarandeo de los escándalos de espionaje y corrupción, que colocaron al PP al borde de una catarsis, ha logrado contener el ataque de los críticos y obtener un indiscutible depósito de confianza. Es el poder taumatúrgico de la victoria. Otra cosa es cómo la administre; si ahora no da un golpe de autoridad acabará volviendo a ver brillar los cuchillos.

Lo más positivo, en términos de interés general, es que las elecciones parciales han constituido un espaldarazo para la derecha progresista.

El perfil moderno, sensato y centrado de Núñez Feijóo -ahí hay ya un nuevo «barón» en liza- y Basagoiti refuerza la línea de aperturismo liberal que el PP del posaznarismo trata de articular para reconstruir una mayoría social alternativa.

Los obstáculos que encuentra ese proyecto provienen más de dentro que de fuera, y es por fuera por donde ha de buscar, en el respaldo de amplios sectores ciudadanos, el aliento que necesita para imponerse a la conspiración y el vociferio.

Rajoy, habitualmente cauteloso, se jugó la campaña de Galicia a un esfuerzo personal, al que sólo Gallardón, de entre los primeros espadas nacionales, ha aportado una colaboración significativa. El mensaje era inequívoco: una apuesta a cara o cruz por su propio estilo. Y la moneda cayó de cara.

LA HORA DE LAS FELICITACIONES

Mariano Rajoy no recibió este lunes más que felicitaciones y elogios, para empezar, del propio Alberto Núñez Feijóo, que le agradeció que se recorriera Galicia «pueblo a pueblo» como un «militante leal, modesto y ejemplar».

El futuro presidente de la Xunta gallega reivindicó el liderazgo de Rajoy y agradeció su «expresivo gesto» de trasladarse a Galicia con parte del comité ejecutivo del partido para felicitarle en persona por la mayoría absoluta, gesto que tuvo en la tarde de ayer con el aspirante vasco Antonio Basagoiti.

Pero fue, sin duda, Manuel Fraga- con su habitual locuacidad poco dada a lo políticamente correcto-, el más expresivo en sus elogios dando por muerto al sector crítico:

«Eso se ha terminado. Sólo un perfecto imbécil puede ahora decir que él no es el líder ideal en este momento»

«En su tierra, en Galicia, no podía menos que dar la batalla y la dio bien dada. Es ahora un hombre que ha participado en una gran victoria, pero aparte de eso, se ha visto que era capaz de hacer política».

Subraya Cristina de la Hoz en ABC que el guante de la unidad restaurada, al menos hasta que hablen las urnas europeas, lo recogió la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que no estuvo presente el domingo en Génova aunque habló por teléfono con todos los protagonistas de la jornada: Rajoy, Feijóo y Basagoiti.

Ayer celebraron comité de dirección los populares madrileños y Aguirre tuvo ocasión de sumarse a los parabienes:

«Sin ninguna duda estos resultados fortalecen a todo el PP y, al primero de todos, al presidente Mariano Rajoy»; aquí, el que ha perdido ha sido «Pepiño», lo tienen ustedes claro, ¿no?».

Tanto Rajoy como su equipo se sienten reivindicados una vez que la consulta del pasado domingo había derivado en una especie de «espada de Damocles» que ponía fecha de caducidad al liderazgo del gallego.

Prueba superada, incluso a la luz de los resultados en el País Vasco, donde a pesar de bajar dos escaños (descenso que ya habían previsto) creen que pueden tener un papel determinante en la gobernabilidad de esta Comunidad y, por tanto, han salvado los muebles de manera honrosa.

El otro Alberto del PP, esto es, Ruiz-Gallardón, destacó que «la inmensa mayoría de los militantes y dirigentes del PP está con Mariano Rajoy» desde el congreso de Valencia, celebrado en junio del año pasado, y que esa decisión de Valencia «y las que después ha adoptado Rajoy han sido un acierto».

El líder del PP, glosó el alcalde de Madrid, ha optado por un partido «que identifique el lenguaje del siglo XXI y que apostase por el futuro y la modernidad».

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