(PD).- Este PSOE, tan aguerrido cuando disputaba el título del poder a un PP maltrecho por los golpes -los ajenos y los propios-, adolece en la defensa de la corona de una sorprendente falta de encaje. Se faja con torpeza y exhibe un mentón demasiado frágil. Y manotea sin sentido para zafarse de los puños.
Decía el miércoles la ministra Chacón (¿ex futura vicepresidenta?) que el PP sólo busca desgastar al Gobierno a costa de lo que sea. Para empezar, en el Congreso repartían tortas el PP y mil más.
Y, como subraya Eduardo San Martín en ABC, ¿qué esperaba? ¿Una alfombra roja? En estos mismos días, la juez del caso del Prestige exoneraba al gobierno de entonces de toda responsabilidad en el desastre.
Pero el PSOE parece haber caído en una repentina amnesia sobre la fruición con la que embadurnaron de chapapote la gestión del PP en aquellos funestos días. Claro que ¿hay algún mal intencionado que piense que los socialistas lo hacían para desgastar al gobierno? Ni se les pasó por la imaginación.
Y luego están los manotazos al aire del pasado para defenderse de las series a la mandíbula con que les castiga el presente. Empieza a resultar irritante, y no poco irónica, la insistencia con la que el presidente del Gobierno intenta deslegitimar el trabajo de oposición de un partido por errores cometidos en el pasado.
«Pero ¿cómo me habla de Kosovo, si usted es responsable de lo de Irak?». Sin embargo, Zapatero, que tiene acreditada una incapacidad inquietante para medir las consecuencias de sus actos, no ha calculado el efecto bumerán de sus requisitorias.
Porque, ¿está legitimado para gobernar hoy un partido que montó Filesa y los Gal desde el poder en un pasado reciente?
Zapatero sigue instalado en la legislatura anterior. No acaba de asumir que el pianista ya no es el PP, único blanco contra el que sigue dirigiendo sus tiros; que es él quien está solo y que es él sobre quien disparan ahora. A discreción.
