Zapatero va a Londres como quien peregrina a Lourdes

Zapatero va a Londres como quien peregrina a Lourdes

(PD).- La línea caliente de La Moncloa ya funciona de nuevo. Unos técnicos de la Casa Blanca han venido cargados de cables, antenas y alicates para reactivar el teléfono rojo con Washington, que criaba telarañas en un rincón desde los tiempos de la cumbre de las Azores, cuando Aznar lo descolgaba a menudo para charlar con su amigo Bush, retrepado en su sillón con un buen habano y los pies encima de la mesa.

Cuenta Ignacio Camacho en ABC que cando llegó Zapatero, el aparato cayó en desuso porque este presidente no habla inglés, fuma Marlboro y no tira los pies por lo alto, pero sobre todo porque nadie llamaba ni contestaba al otro lado del secráfono, finalmente arrumbado en algún almacén del complejo monclovita.

Ha sido Obama, tan aficionado a las tecnologías, el que ha mandado poner a punto el invento en vísperas de la cumbre del G-20, y los pretorianos de ZP se han apresurado a difundir la buena nueva para que el mundo sepa que ha comenzado el deshielo.

Qué mejor manera de descongelar una relación que instalar un teléfono confidencial, en el que las voces se descomponen mediante complejos códigos cifrados para volver a codificarse al oído del interlocutor con la calidez de un secreto compartido. Es el modo de pelar la pava que tienen los amos del universo.

Eufórico con su nuevo juguete, Zapatero se va a Londres para escenificar el romance con la pasión de un entusiasta amante correspondido. Allí descubrirá que Obama es un seductor al que le gusta dejarse cortejar por todo el mundo, y que lejos de serle fiel está dispuesto a repartir abrazos hasta a las farolas.

Pero la felicidad de un enamorado en trance no se puede frenar con coqueteos; nuestro presidente está tan transido de júbilo que ha divulgado un vídeo lleno de optimismo y buena esperanza, arrebatado de vibraciones positivas y fe en el inmediato futuro.

Una pena que no lo viese a tiempo el gobernador del Banco de España, tozudo burócrata empeñado en aguar la fiesta sugiriendo la inminencia de nuevas intervenciones bancarias que enturbien el luminoso firmamento de nuestro sistema financiero.

Resulta difícil, empero, nublar la confianza de un pretendiente amartelado. Cuando se ve entre los líderes del planeta, Zapatero se siente como Leonardo di Caprio en la proa del Titanic, y no hay quien enfríe su ardor contándole cómo terminaba la película.

Sabido es que la cercanía de Obama contagia a los presentes propiedades taumatúrgicas y les confiere un aura de bienaventuranza; se cuenta de algunos que han vuelto levitando de la experiencia.

El Mago de la Moncloa viaja a Londres como quien peregrina a Lourdes, en busca de una transferencia de carisma que le permita recuperar la frescura prematuramente perdida. Después del impagable regalo del teléfono encriptado, puede que incluso logre que el hombre negro de la Casa Blanca le dé el número de su blackberry.

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