La agenda oculta de ZP en el País Vasco

(PD).- Anda como Galileo rezongando la protesta de su razón en voz baja. La conveniencia electoral le ha hecho poner sordina a su discurso, pero Jaime Mayor Oreja continúa convencido de que va a haber un pacto con ETA.

Disimula como puede su escaldada desconfianza sobre el acuerdo para gobernar el País Vasco, y en su fuero interno sigue pensando que el llamado Proceso de Paz es un partido en el descanso al que le falta por jugar la segunda parte.

Afirma Ignacio Camacho en ABC que acaso si Rajoy pudiese cambiaría de candidato, ahora que tiene las encuestas de cara y no le preocupa tanto el «efecto Rosa Díez», pero como ya es tarde se conforma con que Mayor no le cambie la partitura con su agorero diagnóstico y su ceño fruncido. Y sin embargo…

Sin embargo existe un hecho objetivo, y es que JMO, que ha cometido en su vida importantes errores de cálculo y estrategia política, posee un instinto que raras veces se ha equivocado a la hora de analizar las complejas relaciones del mundo nacionalista y el terrorismo. Y su insistencia inoportuna en que ETA ha amortizado al PNV como locomotora política cuenta con datos ciertos como aval razonable.

La reaparición de Otegi y la creación de un «polo soberanista» apuntan en esa dirección y sugieren que el independentismo radical pretende aprovechar la caída del nacionalismo hegemónico para abrir una etapa en la que tratará de sustituirlo.

Quizá más tarde o más temprano el PSOE inicie, a partir de su acceso al Gobierno vasco, un tanteo en busca de un segundo Proceso, ablandado por la previa desarticulación de comandos y células de apoyo y el estrechamiento del cerco, con la Ertzaintza, a las redes sociales tuteladas por el terrorismo.

Esta vez reclamaría como punto esencial la renuncia taxativa de ETA, un punto final sin treguas temporales o «indefinidas», ofreciendo como contrapartida un amplio campo político para que la izquierda abertzale aprovechase el reflujo de un PNV desalojado del poder.

Una agenda oculta que, si aún no existe, acabará muy probablemente existiendo, y cuya duda principal consiste en si Zapatero la pactará con un mínimo de lealtad -hacia su nuevo aliado vasco y hacia la sociedad española- o volverá a cometer el error de tratar de sacarla adelante por su cuenta… y riesgo.

Pero «eppur si move». Vaya si se mueve. Bajo la tormenta de la crisis, el presidente no ha podido olvidar su sueño de ser el hombre que anuncie el fin de ETA. Detrás de los impecables e implacables golpes policiales a la banda puede estar la intención de favorecer la reconversión política de sus elementos más cansados de la clandestinidad y la violencia.

Y en medio de la euforia por las detenciones sigue flotando una pregunta crucial: ¿cómo es que, después de tantas caídas de peligrosos pistoleros y cabecillas, continúa en libertad Josu Ternera?

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