El tocomocho político-fiscal de Zapatero

El tocomocho político-fiscal de Zapatero

(PD).- Fue tan estrafalario, tan lejos de la realidad, tan ofensivo a la inteligencia, que los portavoces parlamentarios tuvieron que echar mano del humor para calificarlo. «En la tómbola de Zapatero siempre toca, si no es un pito es una pelota», dijo Durán Lleida. «Una mezcla de carta a los Reyes Magos y de cuento de la lechera», Rosa Díez.

¿De qué va a servirles un ordenador a unos escolares que no saben leer ni escribir bien? ¿Qué necesitan los parados, matrículas y subsidios o puestos de trabajo?

5.000 millones de euros a los ayuntamientos, 20.000 millones a la «economía sostenible», 600 millones al turismo, 2.000 euros a quien compre un coche o un autobús nuevo, matrículas gratis a los licenciados en paro y un ordenador a cada alumno de 5º de Primaria.

Lo que no dice es de dónde va a sacar todo ese dinero.

Escribe Manuel Martín Ferrand en ABC que uno de los grandes trucos de José Luis Rodríguez Zapatero, al que recurre siempre que le acosa la necesidad, consiste en enfrentarse a la Cámara -o a las cámaras, según los casos- y recitar un discurso tan solemne como vacuo. Ayer, en la apertura del Debate sobre el Estado de la Nación, batió su récord en la especialidad y a punto estuvo de alcanzar el vacío absoluto, la nadería total.

En el supuesto de que el líder socialista sepa en qué país vive -¡y gobierna!- y cuáles son los problemas fundamentales que nos acucian, lo disimuló con perfección y, rebajando el tono y el volumen de su voz, con la misma aparente seriedad con que hace un año nos prometía el «pleno empleo», ayer les ofreció un ordenador a los niños de quinto de Primaria. La dádiva como sucedáneo de la seriedad.

Ignacio Camacho en ABC concluye que este tío es un auténtico artista:

«Sin llegar al birlibirloque envolvente de González, que era capaz de quitarle la cartera a un retrato y que encima el retrato le diese las gracias, Zapatero está alcanzado cumbres en el arte de la cháchara embaucadora».

Ayer se superó a sí mismo: con un tono profundamente responsable fue capaz de vender como rebaja de impuestos… ¡una subida! El timo del tocomocho fiscal: ofrece a bombo y platillo una leve bajada a las PYMES -a coste casi de cero porque la mayoría anda en pérdidas- y se carga a corto plazo la desgravación por vivienda de todo el que gane más de 2.000 euros al mes, brutos y sin pagas extra.

O sea, los ricos según su retórica de demagogia bolivariana, los opulentos propietarios amarrados de por vida a la hipotequita de sus pisos. Y agradecidos de que no haya apretado más las tuercas para pagar la juguetería electrónica y los pizarrines digitales que les quiere echar por Reyes a los niños para que pinten y coloreen en las clases de Educación Ciudadana.

El debate de ayer fue un atraco a las clases medias. Arriba las manos, dadme todo lo que tengáis que me lo voy a gastar en subsidios y regalías. El presidente se ha tirado al monte del populismo inventándose un proletariado que ya no existe, aunque acaso acabe existiendo si persiste la sangría del paro. En vez de crear empleo exprime a una burguesía empobrecida para sufragar el coste social de su falta de impulso.

Envuelto en una retórica de electoralismo descamisado se dedica a repartir regalos con los que frenar el deterioro de su propia credibilidad. Ya no saca conejos de la chistera, sino juguetes de la chequera.

Pero de la chequera cada vez más delgada de los que aún conservan un trabajo encogido bajo la amenaza de una crisis que comenzaron a sufrir mucho antes de que el prestidigitador aceptase su existencia con falsos morritos de compungida autocrítica. Que no lo sabía, el pobrecito.

Rajoy se ajustó al guión que traía de Génova en su primer turno y sólo al final del segundo apretó la tecla clave: las clases medias.

La mesocracia que creció con los Gobiernos del PP y vivió un despegue feliz de actividad y consumo, ahora desplomado mientras el zapaterismo se entrega a la ingeniería social entre los cascotes de la prosperidad evaporada. Con sentido de moderación burguesa, Duran i Lleida le robó parte del discurso que correspondía al jefe de la oposición.

Al PP le salvaron ayer las minorías que se negaron a comprar la charla del truquista, pero esa gente siempre está al pairo de un cambalache mercenario para beneficio de sus autonomías y terruños. Y Zapatero siempre tiene algo que regalar.

Ordenadores, coches, financiación, lo que sea. La factura, a escote entre los privilegiados «plutócratas» que cobren 24.000 euros al año… mientras conserven su empleo.

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