Y después del domingo… ¡nada!

Y después del domingo... ¡nada!

(PD).- Ocurra lo que ocurra el domingo, y parece que lo que va a ocurrir es una victoria más o menos amplia del PP, nadie debe esperar vuelcos sustanciales ni saltos cualitativos en el rumbo de nuestra política.

Por clara que sea su derrota Zapatero no va a caer de rodillas preso de un ataque de arrepentimiento, ni va a convocar elecciones generales ni va a llamar a Rajoy para consensuar con sinceridad reformas en la estructura socioeconómica.

Afirma Ignacio Camacho en ABC que más bien es probable que trate de ahondar en su estrategia de repudio de la derecha, refugiándose en el peronismo sindical, la ingeniería social y la retórica de radicalismo izquierdista; los diputados de las inmensas minorías, ERC, IU, el Bloque gallego y Aralar ya se están frotando las manos ante la factura que van a preparar en los próximos presupuestos si el presidente sale revolcado del 7-J.

Y la oposición se puede ir haciendo el cuerpo para resistir un acoso feroz por tierra, mar y aire, con la Fiscalía en primera línea de combate rebuscando munición de artillería en cualquier atisbo de corrupción municipal o autonómica. Pero…

Pero por mucho que vaya a tratar de agarrarse al poder como si nada hubiera pasado, si el PSOE pierde el domingo no podrá de ningún modo evitar la sensación de un cambio de ciclo. Serían dos derrotas en tres meses, y a tan sólo un año de las últimas generales: el mensaje inequívoco de una rápida pérdida de crédito del Gobierno como gestor de una crisis que empezó negando y ha acabado sin saber cómo hacerle frente.

Es verdad que no será lo mismo para Rajoy un triunfo claro que una victoria mínima, pero lo importante en estos casos es el acumulado del balance. Con dos éxitos consecutivos su cartel de eterno perdedor podría comenzar a diluirse, y esta clase de dinámicas generan un efecto inmediato de confianza.

A los vencedores en seguida les empiezan a surgir amigos, gente que de la noche a la mañana les ve más seguros, más inteligentes, más capaces y hasta más guapos. Todo lo contrario que a los vencidos, que de repente se quedan sin glamour y topan con buzones de voz en las llamadas que antes eran inmediatamente atendidas. Ley de vida… política.

Zapatero sabe que lo va a pasar mal si sufre un nuevo revolcón en las europeas. A su favor está el horizonte electoral, despejado de citas hasta las catalanas de finales de 2010, y con el semestre de presidencia europea por delante. Un período en el que confía encontrar el alivio de la recesión y que el PP, sin desafíos en los que cumplir sus propias expectativas, sufra el desgaste de la espera.

Pero al presidente también se le puede hacer largo, muy largo ese año y medio de más que probable soledad. Su probada capacidad de reinventarse parece cada vez más fatigada; sus trucos, más vistos y menos sorprendentes, y su célebre sonrisa cada vez más impostada y más hueca.

Claro que… todavía nadie ha ganado, ni perdido, nada.

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