Los brotes rojos de Zapatero

Los brotes rojos de Zapatero

(PD).- Ha sido el primer muerto para el lendakari Patxi López, pero eso no cambia nada. Si acaso, el asesinato de Arrigorriaga debería servir para enfriar el voluntarismo de quienes desde que fracasó el malhadado proceso de «pazzzzzzzz» siempre permanecen dispuestos a atisbar brotes verdes de diálogo donde sólo existen los amargos brotes rojos de la sangre.

O para remover un poco la conciencia de esos impolutos magistrados constitucionalistas que decidieron abrir paso a una lista de mamporreros del terror. O para frenar los impulsos de beatificación de Otegi y sus colegas que parecen asaltar a algunos biempensantes de la izquierda caviar.

Subraya Ignacio Camacho en ABC que, por lo demás, esta nueva muerte inútil sólo indica que todo sigue igual.

Que queda un largo trecho, un difícil camino de dolor y de rabia, aunque objetivamente ahora sea menos complicado de recorrer bajo la determinación común de combatir sin fisuras.

QUEMADO VIVO EN SU COCHE

ETA había amenazado, en la última entrevista publicada en «Gara», con que, con la llegada del verano, que oficialmente comienza mañana, pondría en marcha una «estrategia político-armada eficaz».

El asesinato del inspector del Cuerpo Nacional de Policía Eduardo Antonio Puelles García, de 49 años, puede ser el primer eslabón de esa siniestra cadena que pretende poner en marcha la banda criminal. Puelles, por terrible que sea recordarlo, murió quemado vivo.

La explosión dejó a Puelles gravemente herido, incapacitado para salir de su coche. Sonaba su móvil, porque otros compañeros le llamaban para saber que había ocurrido, ignorando que él era la víctima. El inspector gritaba «¡Por favor, sacadme de aquí!» y todo se fue consumiendo.

El crimen de este viernes viene a recordar, por si a alguien se le hubiese olvidado, que en el País Vasco no gobierna una alianza antinacionalista, sino una coalición de víctimas unidas por una trayectoria de sufrimiento.

Víctimas vascas, como Eduardo Puelles, amenazadas por verdugos vascos que se arrogan desde un delirio totalitario el derecho de decidir sobre las vidas ajenas. Nada nuevo en los últimos cuarenta años.

LAS IMPUNIDADES MORALES

Lo nuevo es que ahora, al menos, esas víctimas han expresado desde el espacio democrático su voluntad de defenderse. Y van a hacerlo; se ha acabado el tiempo de las impunidades morales.

Hay tarea para el nuevo Gobierno de Patxi López. La principal, achicar ese ámbito de complicidad en el que encuentran amparo los asesinos.

Para matar a Puelles no bastaba con la mano criminal que puso la bomba bajo su coche; ha habido ojos que espiaban sus pasos, dedos que señalaban sus hábitos, miradas que marcaban sus desplazamientos, mentes que han amparado la intención canallesca de los asesinos.

LA VISCOSA CONNIVENCIA

Es en ese territorio de viscosa connivencia ciudadana donde tiene que moverse ahora una Ertzaintza que hasta anteayer recibía consignas de desatender su primordial obligación de vigilancia.

Es ahí, en ese sórdido espacio de delaciones y cobijos, en esa turbia amalgama de cooperación silenciosa con el lado oscuro, donde más pronto y con más eficacia puede notarse el salto cualitativo que supone el cambio en el poder autonómico.

Los expertos antiterroristas atribuyen el asesinato a un «comando» del «complejo Vizcaya», cuya infraestructura pudo quedar intacta pese a la detención, en julio del pasado año, del jefe del otro grupo, Arkaitz Goikoetxea, y la huida de Julen Martitegi, arrestado meses después en Francia.

Los pistoleros disponen de un grupo de chivatos -camuflados entre los vecinos del barrio de Santa Isabel, de Arrigorriaga, donde «vivía de toda la vida», o del cercano barrio de La Peña, ya en Bilbao-, ya que en esa zona se han perpetrado en los últimos años varios atentados que requerían de datos precisos y actualizados.

EL BAUTISMO DE FUEGO Y SANGRE

El nuevo lendakari recibió este viernes su bautismo de luto. Nada que no esperase, por otro lado; López ha visto caer a tantos compañeros, a tantos amigos, a tantos conciudadanos que lo raro es que durante un tiempo llegase a parecer que se le había olvidado.

El asesinato de Eduardo Puelles viene a manifestar que todo sigue más o menos igual, pero el cargo con que lo sufre Patxi López permite atisbar que todo puede empezar a ser distinto.

LOS TERRORISTAS APLAUDEN ENTUSIASMADOS

En el juicio que se celebra en París contra ocho miembros del aparato logístico de ETA, los terroristas sentados en el banquillo aplaudieron y lanzaron vítores cuando el capitán de la subdirección antiterrorista Laurent Hury hizo alusión, este viernes, al atentado de Arrigorriaga.

El fiscal Christophe Teissier reaccionó inmediatamente y, dirigiéndose al presidente del tribunal, Didier Wacogne, pidió que hiciera cesar «este tipo de manifestaciones». El juez Wacogne no dijo ni hizo nada.

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