Bárcenas denuncia al juez coacciones y amenazas de dos supuestos policías

Bárcenas denuncia al juez coacciones y amenazas de dos supuestos policías

La sombra del espionaje sobre miembros del Partido Popular se va haciendo cada vez más larga. A la denuncia realizada hace apenas diez días desde Marbella por la secretaria general, María Dolores de Cospedal, sobre escuchas telefónicas ilegales a dirigentes del partido -ella misma y Federico Trillo-, hay que sumar, aunque sea anterior en el tiempo y tenga como telón de fondo el caso Gürtel, otra denuncia, ésta del senador Luis Bárcenas, presentada en el juzgado de guardia de Madrid a finales de julio.

Explica Nieves Colli en ABC que el parlamentario ha puesto en conocimiento de la Justicia unos hechos que, en su opinión, podrían ser constitutivos de los delitos de amenazas, coacciones, contra la integridad moral, de usurpación de funciones públicas y contra los derechos individuales.

Hechos que se produjeron después de un encuentro fortuito del propio Bárcenas con el comisario jefe de la Policía Judicial, Juan Antonio González García, y que el senador considera una «respuesta o represalia» del mando policial a la conversación que ambos mantuvieron sobre la Gürtel.

Sus autores, según se indica en el escrito de denuncia, serían personas cuya identidad se desconoce pero «que se identificaron como policías» tras acudir al domicilio particular de Bárcenas «so pretexto de la entrega de una inexistente citación judicial». Con posterioridad, esas mismas personas habrían realizado varias llamadas telefónicas al móvil de la esposa del senador.

Los hechos denunciados se produjeron el 29 de junio, doce días después del encuentro de Bárcenas con González García y seis días después de que el Tribunal Supremo se declarara competente para investigar la parte de la Gürtel que afecta al senador y al diputado Jesús Merino.

Voluntad de colaborar
Ese 29 de junio aún no había fecha para la comparecencia de Bárcenas (fue un mes después), pero éste sí había solicitado ya (el día 23 de junio) su deseo de prestar declaración sin esperar a la decisión del Senado sobre el suplicatorio.

Aparentemente no había ninguna necesidad de vigilarle ni debía existir sospecha alguna sobre una supuesta intención de fuga; más bien al contrario, Bárcenas había expresado su voluntad de colaborar con la Justicia.

Más allá, él sabía que las investigaciones le vinculaban con el entramado de Francisco Correa desde varios meses antes, tiempo durante el cual su apellido había sido uno de los que más portadas copó en algunos medios de comunicación, fruto de repetidas filtraciones.
Bárcenas no presentó la denuncia hasta julio -el escrito va fechado el día 27- y en ella hace un relato de hechos en el que califica de «inesperada coincidencia» su encuentro, el 17 de junio, con el comisario en el restaurante «Rianxo» de Madrid.

Hablaron durante unos minutos y Bárcenas -sigue el relato de la denuncia- aprovechó para llamar la atención a su interlocutor «sobre la persecución policial y mediática de la que vengo siendo objeto desde hace meses». También se quejó «de las inexplicables filtraciones de datos confidenciales que diariamente se vienen produciendo (…) en perjuicio de mi imagen pública», cuando el caso Gürtel está «bajo secreto sumarial».

Pasaron algunos días y a primera hora de la mañana del lunes 29 de junio, fecha en la que Bárcenas y su familia se encontraban de viaje, «se personaron sorpresivamente en mi domicilio particular dos personas» que, tras llamar a la puerta sin obtener respuesta, se dirigieron al portero de la finca, se identificaron como policías y le interrogaron «de forma insistente e intimidatoria» «alegando falsamente que habían venido a entregarme en persona una inexistente citación judicial».

«El señor Bárcenas, ¿no estará en el extranjero, no?», le inquirieron. «¿Cómo es posible que nadie de servicio nos haya abierto la puerta?».

Tales fueron las «presiones», afirma la denuncia, que el conserje «se vio obligado a facilitar el móvil» de la esposa del senador.

«Extrañas llamadas»
El mismo día, la mujer de Bárcenas recibió «diferentes llamadas perdidas» de dos teléfonos que -según afirma Bárcenas en la denuncia- resultaron corresponder con la sede de la Policía Judicial en Canillas y de dos móviles que, marcados después por Bárcenas, «me remiten a un contestador automático de la empresa de televisión por satélite «Digital Plus»». Según el escrito, es una práctica policial habitual «la remisión a determinadas centralitas impersonales» cuando se quiere mantener el anonimato.

Explica el senador en el escrito que consultó con su abogado la posibilidad de que, efectivamente, le hubieran querido entregar una citación. El letrado «me confirmó la inexistencia de ninguna citación o resolución pendientes de notificación» en esa fecha. «Consecuentemente, la visita así como las extrañas llamadas (…), que no han vuelto a repetirse (…), es evidente que no obedecen a ninguna actuación policial justificada, por lo que sólo pueden entenderse como una medida de coacción o intimidación (…) como consecuencia de la conversación» citada.

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