¿Cuál es la noticia capital del día? ¿Qué nueva nos traen la prensa, las radios y televisiones, los confidenciales de Internet, que influya nuestro inmediato devenir? Esta pregunta es hoy ociosa en nuestro país.
Puede resumirse en la mucho más tediosa pregunta de ¿quién ha hablado hoy? La respuesta suele ser la misma con todas las variaciones posibles. «Habló Rajoy! ¡Ay, otra vez Pepiño! ¡Pajín de nuevo! ¡Fraga opina! ¡Madina, Mr. Secta en ascendencia! ¡Soraya! Mensajes exigentes para el lector inteligente.
Afirma Hermann Tertsch en ABC que hubo una época en la que muchos profesionales nos quejábamos en nuestros propios medios -cuando todavía quejarse u objetar no era heroísmo- sobre la omnipresencia de declaraciones de políticos que roban tiempo y espacio a la información real.
Hoy abren las portadas de los periódicos titulares que son reflexiones inanes, insultos o lemas de combate de políticos cuyos prestigio y credibilidad nunca fueron inferiores en la historia de nuestra democracia. Personajes que ningún empresario o autónomo en su sano juicio jamás contratarían ni de forma efímera para una urgencia, cuentan a diario con todas las tribunas mediáticas y en ellas sentencian, descalifican, anuncian, prometen, valoran y arengan.
Estos últimos días hemos visto -seguro que algunos hinchas del moderantismo con mucha alarma-, que el tono se ha «crispado», como dicen. La crispación, nos dicen el Gobierno y la Secta es peor que los cinco millones de parados que tendremos después del otoño negro.
Más que la lenta pero segura destrucción de nuestro tejido industrial. Es más nociva que la constante violación de las reglas del estado de Derecho por parte del Gobierno. Es más perversa que la dinamización gradual de nuestra constitución por medio de las leyes estatutarias con la colaboración vergonzosa del Tribunal Constitucional.
Es más dañina que el hundimiento de nuestro prestigio y respeto en el exterior -en el no bolivariano-. Es más grave, finalmente, que la permanente infantilización del mensaje político. Que la instauración de un régimen de súbditos dependientes, adultos y menores subvencionados, aterrados ante las represalias por cualquier transgresión del pensamiento único. Lo necesario, nos cuentan, es la armonía.
Lo importante y razonable, es que, mientras el Gobierno, su fiscalía antioposición y sus medios acólitos andan a la caza de miembros de la oposición para exhibirlos como trofeos en televisión, el jefe de la oposición acepte viajar en el mismo avión que el presidente a las exequias de unos policías asesinado. Integrado en su séquito. Ahora Rajoy dice que ha vuelto a enfadarse.
Lo malo es que a este hombre los enfados se le pasan pronto. Resultado: la ventaja del PP sobre el PSOE está dentro del margen de error estadístico. Mientras Cameron le lleva dieciocho puntos de ventaja a Brown. Merkel diecisiete al SPD y Sarkozy ya ha dejado a los socialistas como partido residual.
Y es que parece que Rajoy no sabe aún hoy con quién se las juega. Convendría que se enfadara un poco más y que le durara mucho. La crispación responde a la sana indignación que tanto hace falta en este país para que los desafueros no se perpetúen.