Alfonso Basallo.- Montse Lezaún ha muerto dos veces en unos meses. La primera, cuando su hijo Diego sufrió un grave accidente de moto; la segunda, cuando después de sacarlo del coma y lograr que se rehabilitara, ETA se lo arrebató en el atentado de Palma. Un mes después, esta madre coraje es estrevistada en exclusiva por ÉPOCA.
Cuando habla de su hijo Diego, asesinado por ETA con 27 años, parece que está haciendo un autorretrato. Montse Lezaún es sorprendentemente serena, fuerte, optimista, con un contagioso amor por la vida. Poco podía imaginar la suerte que le esperaba cuando salió de su Navarra natal para vivir en Mallorca, la isla de la calma. Casada con Antonio Salvá, prestigioso urólogo mallorquín, ha tenido siete hijos, que tienen entre 29 y 16 años, cuatro chicos y tres chicas. Diego era el segundo. Forman una familia muy querida en Palma, divertida, repleta de amigos. Los hijos mayores llenos de proyectos y con las primeras novias… Montse accede a hacer la entrevista, pero advierte que no quiere hablar de política, sino únicamente de su hijo.
-Defíname a Diego.
-Muy alegre, independiente, amigo de sus amigos, le encantaban los deportes: el fútbol, las motos…
-¿Muy vitalista?
-Mucho. Vivía la vida a tope. Se lanzaba de cabeza a hacer aquello que le entusiasmaba.
-Por ejemplo, la Guardia Civil.
-Quería serlo desde siempre. Era su pasión. Un bisabuelo suyo había sido guardia civil, pero además era una pasión suya, personal.
-¿Amaba el riesgo?
-Yo diría que no conocía el miedo.
-¿Era consciente de lo que significaba ser guardia civil?
-En ese sentido no: no pensaba en el peligro. Pero su padre y yo sí. Por eso le dijimos que no fuera a sanfermines este año, siendo guardia civil.
-El pasado mes de marzo Diego sufrió un accidente de moto que corta bruscamente sus ilusiones y proyectos
-Sí. Sufrió graves lesiones en la cabeza y no sabíamos cómo iba a quedar.
-¿Pensó que lo perdería?
-No, porque Diego era un toro. Si depende de su naturaleza -pensé- saldrá adelante.
-¿Qué pensó usted la mañana del 30 de julio cuando Diego se reincorporó?
-Tuve la sensación de que dejaba a un niño en la guardería. Es como si Diego hubiera vuelto a nacer; y de hecho estaba aún convaleciente. Yo lo veía frágil, aunque me sentía feliz por lo ilusionado que iba.
-¿Cómo reacciona usted cuando horas después le comunican el atentado?
-Con dolor, pero sin perder la calma. Estaba conmigo otro hijo, Eduardo, de 24 años, por lo que me exigí a mi misma a actuar con serenidad. Cogí el coche y conduje hasta Palmanova. Iba rezando y recordando a Diego en la rehabilitación.
-¿No se reveló ante Dios?
-No. Ha elegido el momento que consideraba oportuno para llevarse a Diego. Y eso que yo siempre he pedido a Dios que mis hijos lleguen al cielo, aunque sea a empujones. Me temo que esta vez Dios se ha tomado lo de los empujones demasiado al pie de la letra.
-¿Qué les diría a las madres de otras víctimas?
-Las víctimas somos las madres; ellos, los hijos, como Diego o Carlos (Sainz de Tejada) son los héroes. Les diría que se apoyen en su familia. Yo me apoyo en mi marido y en mis otros seis hijos.
– Eso es lo que le dijo también a la Reina, cuando se la encontró en Palma.
-Me la encontré casualmente, cuando iba de compras por el centro de Palma, 10 días después del atentado. Y le dije que la que necesitaba más apoyo era la madre de Carlos Sáenz. También le dije que el título más grande que teníamos las mujeres es el de ser madres.