Nunca en la reciente historia de España el PSOE había recibido una descalificación como la que acumulan los resultados de las elecciones autonómicas y locales y las generales. Pérdida casi absoluta de poder territorial, un grupo parlamentario precario, que además ha dejado fuera a valores sólidos del partido y ha incluidos compromisos personales del candidato Rubalcaba.