No pasa la prueba del algodón. Pablo Iglesias cumple a rajatabla el manual del perfecto caradura y desahogado de la vida, un licenciado en la impostura en definitiva.
El líder de Podemos, pillado por las cámaras del Canal 24 Horas de RTVE (¡cómo se nota que hay órdenes de sacar todo lo malo del partido morado después de que se frustrase la investidura de Pedro Sánchez!) pasaba olímpicamente de los lloros de su recién nacida y era su pareja, Irene Montero, la que tenía que calmar al bebé mientras Iglesias soltaba sus solflamas.
Es que no hizo ni el menor amago de ver qué le pasaba a su hija. Ni lo miró.
El problema es que el político morado, el ‘marqués de Galapagar‘, creyó a buen seguro que en ese momento no le estaban grabando porque minutos antes, a la entrada de la sede de Podemos, Iglesias llevó colgado a su pecho al bebé como si él fuera todo un padrazo.
Pero no era más que auténtico postureo, mero atrezzo ante los medios de comunicación gráficos.