El prófugo Carles Puigdemont se cree intocable en su escondrijo belga y que puede campar a sus anchas sin que nadie le amargue la existencia.
Sin embargo, por una vez, el expresidente catalán, que había estado en un acto en hotel en Bruselas el 9 de diciembre de 2019, se paraba junto antes de salir con unos acólitos que le pedían hacerse una foto con él. Y cuando pensaba disfrutar a tope de ese momento de gloria, se encontraba con unos españoles que no se cortaron un pelo y le dijeron a la cara lo que él nunca hubierse querido escuchar:
Vergüenza, venga vuélvete para España, que falta gente en la prisión, Puigdemont a prisión, racista, eres un racista, cobarde.
Evidentemente, Puigdemont, viendo como se ponía el panorama, huyó como un conejo y buscó como alma que llevaba el diablo la salida del establecimiento.