Ya reza el dicho que no conviene escupir demasiado alto porque, a buen seguro, te acaba cayendo del cielo el gargajo verbal. Y cuando eres político como le sucede al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, hay que tener mucha más precaución si cabe.
Pero no, ellos nunca tienen precaución en sus declaraciones, especialmente el jefe del Ejecutivo, especialista número uno en cambiar de opinión a mayor velocidad que la del camaleón en cambiar de color.
Esta semana ha sido especialmente dura para ambos socialistas desde que se destapase el 23 de enero de 2020 la reunión clandestina que el ministro José Luis Ábalos mantuvo en el aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas con la número dos del régimen dictatoria chavista, es decir con Delcy Rodríguez, la mano derecha del tirano Nicolás Maduro.
De todos era conocido que esta representante del Gobierno venezolano no podía pisar suelo de la Unión Europea, pero el titular de la cartera de Transportes del Ejecutivo español fue igualmente de tapadillo en la madrugada del 19 al 20 de enero de 2020 hasta el aeropuerto madrileño donde, a ojos del efectivo policial, se vio con Rodríguez.
Después, una vez destapado el encuentro clandestino, Ábalos se puso hecho una hidra ante los periodistas. Primero criticó a los medios de comunicación que buscasen desviar la atención de los principales asuntos del país, tratando, evidentemente, de quitarle hierro a un asunto más que espinoso.
Viendo que erraba el tiro, quiso vender la idea de que él solo había ido a recoger al ministro venezolano de Turismo, Fernando Plasencia, pese a que había un coche de la delegación chavista esperando por él.
Y el remate fue cuando tuvo que modificar una vez más la versión de los hechos y asegurar que en realidad había ido allí por orden del titular de la cartera de Interior, Fernando Grande-Marlaska para intentar evitar una crisis diplomática en el caso de que Delcy Rodríguez hubiera tenido la tentación de bajarse del avión para pisar suelo español.
TUITS DEL PASADO
El problema para Ábalos, y también para un Sánchez que salió a defender a su ministro de Transportes, es que hace unos años ellos fueron especialmente duros con las reuniones secretas que cargos del Gobierno entonces presidido por Mariano Rajoy mantenían con personas de dudoso pelaje.
Tanto al hoy presidente del Ejecutivo español como al ministro no se les caía de la boca otra palabra que no fuera la de la dimisión, especialmente referida al entonces responsable de la cartera del Interior, Jorge Fernández Díaz.
Incluso Ábalos era todavía más preciso al dejar negro sobre blanco que cómo se podía confiar en alguien que te oculta las cosas y siempre te miente. Pues visto lo visto, está claro que el titular del área de Transportes ha quedado atropellado por su propio pasado.
La pregunta ahora es obvia, ¿dimitirán ahora que se han rescatado estos ‘gloriosos’ tuits del pasado?
Anda, pero mira quiénes hablaban de no se qué reuniones secretas y de dimitir… pic.twitter.com/U5H5dxoti4
— Juan Alonso Velarde (@juanvelarde72) January 25, 2020