ANÁLISIS / CARLOS DÍAZ PACHE

La yihad millennial: todo vale si sirve al objetivo

La yihad millennial: todo vale si sirve al objetivo

Gran parte de la izquierda occidental lleva décadas construyendo una falsa religión laica con la que atrapar a la juventud de todo el planeta. Una religión que, como todas, tiene sus mitos, su moral, sus creencias, sus santos y sus mártires. Y su Dios.

La divinidad es la Madre Tierra, la pachamama andina que se refleja en ríos, cielos, bosques y océanos. Los pecados originales son el machismo y el racismo con el que nacemos marcados, y los privilegios estructurales de los que nos beneficiamos. Las distintas congregaciones, el ecologismo, el feminismo y el antifascismo; y los nuevos sacerdotes, los políticos pop de la izquierda que fusionan estas corrientes para hacerlas inseparables. No hay feminismo fuera de la izquierda. No hay antifascismo si no es verde. Y no se defiende el planeta si no es atacando al capitalismo, convertido en el verdadero demonio al que combatir con dureza. Es la yihad millennial.

Una santa, Greta Thunberg. Y un nuevo mártir al que utilizar: George Floyd.

La nueva ética es utilitarista: todo vale si sirve al objetivo. Es bueno si nos acerca a nuestros fines, y eso incluye la violencia, el robo y el saqueo. Ya no juzgamos los medios sino los fines. ¿Es aceptable quemar cajeros? ¿Es condenable agredir a una mujer? ¿Usurpar una propiedad? Depende, básicamente, de si el autor está luchando duro contra el capitalismo o no.

La redención, como el lector puede imaginar, pasa por la sumisión.

Debes arrodillarte ante otros por el color de tu piel, tienes que callar frente a otras por tu sexo, renegar de tu religión en público, y terminar aceptando sin rechistar que el modelo económico y social debe cambiar radicalmente porque el que tenemos es letal para la pachamama y perpetúa el patriarcado y el racismo estructural.

La presión es tan fuerte que millones han caído en la trampa. Personas con importantes responsabilidades en las más altas instituciones del planeta han sucumbido ante un niña ecologista a la que nadie ha votado en ninguna parte, hay presidentes que se han arrodillado avergonzados por el color de su piel y líderes políticos que han aceptado sumisos que sobre algunos temas deben evitar opinar para no ofender a las sacerdotisas del feminismo hegemónico.

Las opciones son aceptar la culpa y callar mientras despliegan un sistema político y social totalitario donde no cabe la discrepancia, o asumir el hostigamiento, el linchamiento público y la violencia.

La batalla es dura, pero las más importantes lo son. Urge sumar efectivos a la defensa de la libertad y la razón en un mundo sobreexcitado con eslóganes propios de tazas de desayuno. Es imperativo apelar a la Ley y los tribunales frente al linchamiento público, a la diversidad intelectual frente a la dictadura de la mayoría, al respeto a las decisiones individuales frente a la colectivización obligatoria, y a la defensa de las instituciones públicas frente a la política del caos.

Necesitamos el compromiso de todos los demócratas, o la Nueva Normalidad se convertirá muy pronto en el viejo totalitarismo.

Carlos Díaz Pache es diputado del PP por la Asamblea de Madrid

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