Denunciar a los corruptos es la mejor manera de defender una policía que respete los derechos de la ciudadanía y sirva a la democracia

Policías corruptos

Policías corruptos
Los derechos humanos mi hoja de ruta, mi norma de vida.

En mis muchos años como vocal del Consejo de Policía he apoyado la expulsión de cientos de policías corruptos. Violadores, atracadores, estafadores, narcotraficantes… uno me envió amenazas desde la cárcel de Logroño. También he remitido escritos de mafiosos a las autoridades policiales. En alguna ocasión me dijeron que me cuidara de esos «compañeros» a los que denunciaba, que no solo ETA me tenía en su lista de objetivos. Seguí y sigo denunciándolos.

Un policía corrupto es un terrorista de uniforme. Hace 3 días ha ingresado en prisión un policía de la UPR de Benidorm por colaborar con el narcotráfico. En 2012 denuncié, con 130 firmas de ciudadanos (residentes legales peruanos, colombianos…etc.) por el trato abusivo que recibían de varios miembros de la UPR, además de otras prácticas que deberían investigarse. Es largo de contar, incluido el suicidio de un inspector el mismo día que debía hacerse cargo del grupo y no procede aquí. Varios de los que denuncié entonces han pedido ahora la baja. Fueron apoyados por algún mando policial y el director general de la Policía, mientras yo recibí amenazas anónimas en twitter, como tantas veces cuando se denuncia a policías corruptos.

Los que se molestan porque se denuncie a esa gentuza son cómplices, malos profesionales, traidores a la Policía y a la ciudadanía. Hace pocos años recibí presiones, insultos, amenazas… en twitter y grupos de Facebook de esos policías meaperros cobardes que apoyan a los corruptos, porque me negué a firmar una petición de excarcelación de seis policías acusados de un crimen (uno de ellos murió en la cárcel de una pancreatitis). Presunción de inocencia, decían. Uno me llamó preguntando si podía dar mi teléfono a la madre de uno de los encarcelados, lo que autoricé. Después me dijo que la madre no se iba a contener si hablaba conmigo. Me dijo que se lo daba a la mujer. También autoricé. No me llamaron y aunque lo hubieran hecho no habrían cambiado mi opinión: con las pruebas que había eran asesinos que merecían cárcel y expulsión. La sentencia ratifica, y ellos que llegaron a un acuerdo para acortar su condena lo reconocen, que se llevaron a un pobre desgraciado a una playa solitaria, lo mataron a golpes y lo tiraron al mar.

Quienes se ofenden porque denuncie a policías corruptos no están en mi bando. Algún día igual les toca uno de esos corruptos de uniforme y se acuerden. La mayoría del colectivo no está de acuerdo con esas prácticas. Callan por la presión que tienen de los malos profesionales. Los corruptos y quienes los apoyan deben saber que yo seguiré denunciando, como he hecho siempre, a los abusones y corruptos porque es la mejor manera de defender una policía que respete los derechos de la ciudadanía. Fin de la cita.

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