El nuevo azote de Isabel Díaz Ayuso se llama Salvador Illa. No hay día en que no pierda la oportunidad de lanzar ataques a la presidenta de Madrid, eso sí, siempre en ese tono moderado y cordial con el que el socialista catalán vende una falsa imagen de político con talante.
«Le pedimos a la presidenta de la comunidad que se deje ayudar. Tampoco ha descartado que se tengan que «tomar decisiones todavía mucho más duras», tras lo que ha asegurado que han «emplazado a los responsables sanitarios a que revisen», las medidas que han tomado en Madrid hasta el momento.
Uno de los mayores responsables de la pandemia —que ha causado 53.000 muertos que el propio Illa se empeña en no reconocer— se pasea desde hace días por los medios culpando a Ayuso de no hacer tomar medidas más restrictivas «ante la transmisión comunitaria y sin control», tratando de justificar su postura y la del Gobierno central frente al que dirige la política ‘popular’.
«No es descartable que haya que tomar medidas en Madrid, ya vamos tarde», ha añadido como si él estuviera en condiciones de dar lecciones.
«La estrategia es tan chusca como obvia: hacerse con el control sanitario de la Comunidad para trasladar la idea de que el PP y Díaz Ayuso han sido incapaces de gestionar la pandemia. Hace diez días, Illa dijo que avalaba las medidas adoptadas por Madrid; hoy se dispone a recomendar más medidas que no pueden ser otras que el cierre», apostilla Okdiario.
Detrás de los ultimátums de Illa a Ayuso —recordemos que el ministro se inventó un comité de expertos para cerrar Madrid por puro sectarismo ideológico— estaría la intención de Pedro Sánchez de lanzar al estrellato a Illa promocionándole de cara a las próximas elecciones catalanas como la bestia negra que asoló Madrid, algo que vende mucho en Cataluña.
El munidor de la operación en la que hay mucha sobreactuación es como no podía ser de otra manera Iván Redondo.
En Cataluña se viene hablando de la “operación Montilla” desde antes del verano, recordando el momento en que el entonces ministro de Industria abandonó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en septiembre de 2006, para ser candidato del PSC en las elecciones catalanas de aquel año. Y consiguió la presidencia de la Generalitat gracias a un pacto con Iniciativa per Catalunya (antecesores de los actuales comuns) y ERC.
Fuentes socialistas recuerdan que Illa mantiene una “excelente” relación personal con diversos dirigentes republicanos. «Esta relación se labró en las mesas de negociación entre el PSOE y ERC para reconducir el «conflicto político catalán» y, posteriormente, para desbloquear la investidura de Pedro Sánchez», adelantaba Economía Digital.
«Le falta nervio», dicen en el PSC sobre Illa pero le sobra sectarismo y cara dura para mentir con descaro como ha venido haciendo desde el inicio de la pandemia.
La prensa sanchista siempre ha tenido debilidad por este frío personaje. «Desde los peores momentos de la crisis a la crispación política que ha traido consigo, Illa ha llamado la atención por su mesura frente a las críticas, a veces descarnadas, de contrincantes políticos», le elogiaba 20Minutos.