Irene Montero se ha creído su papel.
La Ministra de Igualdad se ha metido tanto en su rol de representante del feminismo que este 25 de noviembre de 2020 ha roto a llorar, desconsolada, en la presentación del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Montero no ha podido contener las lágrimas durante su discurso: «Este es el Ministerio de todas las mujeres, de todas, existe gracias al movimiento feminista y suma a las manos de todas las mujeres en la defensa de la vida», decía.
Visiblemente emocionada, pudo continuar:
No digo estas palabras con ingenuidad, las digo como una declaración de intenciones: este es el ministerio de todas las mujeres (…) Este acto supone una llamada a la unidad, a los pactos de mujeres, a las alianzas feministas
Las mujeres sabemos que sólo en común, codo a codo, conseguimos las cosas (…) El patriarcado nos quiere en soledad, sintiendo la culpa, la pena, la rabia y el dolor en soledad. Incapaces de reconocer las violencias que se ejercen contra nosotras por el simple hecho de ser mujeres, aterrorizadas
Al 8-M ‘se la suda’ la salud pública y convoca otra manifestación feminista el 25N
No vimos llorar a Montero cuando decenas de personas se contagiaron durante las masivas manifestaciones del 8 de marzo de 2020 a sabiendas del peligro de la pandemia del coronavirus.
Es más, insisten en la misma vía.
Con centenares de muertes cada día, la Comisión del 8-M olvida que se le atribuyeron a sus manifestaciones de marzo hasta 30.000 positivos por COVID-19 tan solo en Madrid.
Mientras que autónomos han tenido que cerrar sus negocios para intentar contener el virus y ajustarse a las recomendaciones sanitarias, las feministas llaman a ‘tomar’ las “calles, plazas y barrios” de Madrid para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Una decisión que, a pesar de ir contra del sacrificio general realizado por los ciudadanos, justifican anunciando que “no hay restricciones para el feminismo”.
«Nos queremos vivas», cantarán. Pues eso.