Iglesias el pastor del engaño. Los Guardias Civiles y España no pueden confiar en los que prometieron y los engañaron. Los expulsados por solicitar una asociación siguen olvidados.

¡Que viene el lobo!

Pablo se subió, con su mujer, al carro del poder con sueldos de seis dígitos.

¡Que viene el lobo!

Un joven pastor que cuidaba de su rebaño de ovejas en las cercanías de un pequeño pueblo. Un día se le ocurre hacer una broma a los habitantes del lugar, así que acude al sitio alarmado gritando que se había encontrado con un lobo, y que las ovejas corrían peligro. Esto preocupó a todos los habitantes, que quisieron ayudarlo. Corriendo, lo siguieron hasta el lugar en donde había avistado al supuesto lobo, pero sólo se encontraron que era una broma. Tiempo después se halló con un verdadero lobo que lo amenazó con sus feroces fauces, aterrado, acudió al mismo pueblo buscando ayuda, pero, esta vez, los habitantes creyeron que era otra de sus bromas, y no salieron en su auxilio. El lobo devoró a algunas de sus ovejas, dejando al pastor aterrado y arrepentido de haber bromeado con algo tan alarmante. La enseñanza de esta obra literaria es la defensa del valor de la sinceridad y la confianza que pueden llegar a tener las personas sobre esta, porque un mal uso de la misma, puede hacer llegar a perder la credibilidad.

Esto le está pasando a Pablo Iglesias y a los suyos. De aquellos jóvenes desconocidos vinculados al 15-M, algunos con buenas intenciones, que proclamaban la utilidad del movimiento para mejorar la vida de la gente. Ya no queda nada. Los que quedan, engañados, siguen en el paro. Los otros sí han mejorado, sus propias vidas. Iglesias ha pasado de las tiendas de campaña de la Puerta del Sol a sus mansiones. Pablo se subió, con su mujer, al carro del poder con sueldos de seis dígitos. Decenas de escoltas de la Guardia Civil y Policía Nacional protegen su casoplón, con los impuestos que pagamos todos. La cuidadora de sus hijos, también se encuentra remunerada por todos los españoles. Sus condenados, imputados e investigados dicen estar masacrados por la justicia, aunque sus “Neuronas”, inexistentes de actividad, funcionen para tapar sus propios chiringuitos. Venden libertad, justicia, igualdad, bienestar, pero reparten más pobreza, salvo para ellos. Prometieron el oro y el moro, pero se quedaron con su oro. Son los nuevos ricos del siglo XXI. Han creado su propia casta.

Los ciudadanos de Madrid no van a votar a los que quieren dinamitar la unidad de España; a los que pretenden volar la Constitución sin reformas legales; a los que quieren echar a la Monarquía a garrotazos; a los que han consumado el proceso de acoso y derribo a la independencia del Poder Judicial; a los que apoyan a los independentistas y terroristas; a los que no respetan los derechos y la libertad de los demás; a los que dejan tirados a los ancianos en sus residencias; a los que incitan y apoyan desde el propio gobierno a las revueltas callejeras de los leninistas, okupas, antisistemas, anarquistas y demás revolucionarios comunistas; a los que incitan las algaradas contra la policía; a los que tienen como modelo de democracia y libertad a Venezuela, Cuba o China; a los que quieren subir los impuestos en Madrid; a los que pretenden legalizar la ocupación de viviendas ajenas; a los que quieren expropiar los bienes privativos de los demás, no los suyos; y un sinfín de atrocidades antidemocráticas que quieren llevar a cabo utilizando el agitprop, la agitación y propaganda marxista-leninista de la primera mitad del siglo pasado para hacerse con el poder por la fuerza revolucionaria comunista, no por la fuerza de los votos.

Pero, Madrid y las otras CCAA no quieren volver a los tiempos de la penumbra. Quieren mucha luz y un sol más que resplandeciente. La oscuridad es propia de los totalitarios, que viven de su oscurantismo y quieren un poder infinito para controlarlo todo. No nos van a amedrentar por muchos mensajes terminales de lobos salvajes, porque no queremos la ruptura de los valores que ordenan nuestras vidas. No queremos el fantasma de la libertad de la película de Buñuel con su eslogan ¡Muera la Libertad! Queremos la libertad con mayúsculas, como manifestación de la armonía y del bien social. No vamos a asustarnos por muchos mensajes y revueltas callejeras que convoquen interesadamente. Nosotros, los demócratas, no queremos que las bases de nuestra democracia se aflojen y el andamiaje se derrumbe en desconcierto. Queremos una democracia auténtica.

Por ello, después de perder la credibilidad, cuando estos pastores ahora vuelven a pedir ayuda, el pueblo no atenderá sus  infundadas llamadas de auxilio. Las ovejas no van a seguir a un pastor que las conduzca al lobo. La anterior llamada del dóberman negro, reconvertida en “la derecha criminal” no les funcionará. Ahora, el pueblo de Madrid tiene una oportunidad histórica para dejar en su casa por la vía democrática a la nueva casta y, entonces, como en aquel pueblo del cuento, sufrirán las consecuencias de sus propios embustes. Madrid no le proporcionara a Iglesias la botella de oxígeno que busca para volver a respirar con su agitprop. Le proporcionará un gancho político de centro-derecha que lo noqueará y le despedirá de la política en la que nunca debió participar.

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