Pablo Iglesias despertó de su letargo político para atacar a los periodistas incómodos para la extrema izquierda.
El exlíder de Podemos participó como tertuliano de la radio catalana Rac1, donde no dejó pasar la oportunidad para reactivar sus ataques contra los medios de comunicación, a los que acusa de querer impulsar un “Gobierno de la ultraderecha”, mientras que tilda de “sicarios” a figuras como Eduardo Inda, Vicente Vallés, Antonio García Ferreras y Ana Rosa Quintana.
“Ha habido medios que han blanqueado a auténticos sicarios de la información, como Eduardo Inda; detrás están los Vallés, los Ferreras, los Ana Rosa. Y esto forma parte de las condiciones de posibilidad para que exista la ultraderecha y esa ultraderecha pueda gobernar”, indicó Iglesias durante el estreno de su nueva colaboración semanal con el programa El món de Rac1, que dirige Jordi Basté.
Desde que abandonó la política en primera línea el pasado mayo tras su fracaso en las elecciones a la Comunidad de Madrid, Iglesias sólo había participado en una charla vía videoconferencia del curso Asesoría política a Gobiernos y administraciones, organizado por la Universidad Complutense de Madrid, y había otorgado alguna entrevista en prensa internacional.
Ahora, casi cuatro meses después del 4-M, se ha prestado a abordar de nuevo la actualidad política y lo ha hecho con insultos dirigidos una vez más a periodistas y medios de comunicación que no le bailan el agua, una estrategia de acoso a la información libre muy empleada por Iglesias cuando se aproximaba una fecha electoral.
Más radical
Su discurso también ha experimentado cierto viraje ahora que ya no está en el Gobierno.
El exasesor del régimen chavista amenazó varias veces a la oposición, en concreto al PP, con que nunca volvería a gobernar en España. Además, ha lanzado una especie de campaña del miedo ante el nuevo ciclo político que arranca, sosteniendo que hay un “modus operandi que explica que dentro de dos años podemos tener a VOX en el Consejo de Ministros”.
“Imaginemos lo que significa eso para Cataluña, para el País Vasco y para el conjunto del Estado”, ha proseguido.“Esto no se puede disociar de una estructura de poder mediática, que en España ha blanqueado a la ultraderecha, que representa en estos momentos la mayor amenaza a las libertades”, ha esgrimido el gran perdedor del 4-M.
Pisito de soltero
Como adelantó en exclusiva Periodista Digital el pasado 26 de agosto, el exlíder de Podemos se desplaza hasta la Ciudad Condal para avanzar en su nueva faceta profesional: analista de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC) y columnista de la revista de izquierdas Ctxt.
Iglesias, que pasaría a cobrar 8.400 euros al año con una jornada laboral del 25%, deja en Madrid a su pareja, la ministra de Igualdad, Irene Montero, y sus tres hijos, Aitana, Leo y Manuel.
Una información que vuelve a incrementar los rumores de crisis y de ruptura de la pareja que son negados de nuevo de forma tajante desde Podemos.
El exasesor del régimen chavista cambia momentáneamente de vivienda para empezar el 15 de septiembre en su nuevo empleo como ‘analista del discurso político en redes sociales’ a un proyecto llevado a cabo por un grupo de investigación adscrito a la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), el Internet Interdisciplinary Institute (IN3).
Además de su trabajo como investigador o analista político a tiempo parcial, Iglesias tiene nuevos proyectos profesionales tras abandonar la política.
Se acaba de incorporar en el consejo de redacción de la revista ‘Ctxt’ (Contexto), un medio digital vinculado a la izquierda, donde también ejercerá de columnista. Un proyecto unido al diario ‘Público’ del empresario y productor Jaume Roures, presidente de Mediapro.
Además podría estar planeando su regreso a la televisión, donde pretende hacer «periodismo crítico», según señaló el mismo antes de abandonar la política tras su fracaso electoral como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Pablo Iglesias también estaría preparando sus memorias políticas con la intención de sacarlas al mercado en las próximas Navidades, según ‘El cierre digital’.
